Memoria de burdeles Capítulo 5


NY-London-Tabogo-Medallo-NY


Texto y Fotos: Néstor Cristancho
A Nueva York llegué por la calle 42 escoltado por una puta boricua.

A ella acudí perdido en la nada, en esa 42 y Octava de hace doce años, cuando putas, drogas y malevaje no tenían problema de desfilar entre esquinas.
-Mira, acabo de llegar a la ciudad. Dónde puedo dormir por aquí que sea barato.
-¡Ja! Papi, anda escóndete en ese motel. Y hazlo antes de que hasta a mí me dé por sacarte los chavos que llevas encima.
Eso fue en el verano de 1995, andaba de vacaciones de mi trabajo de mentiroso e hipócrita para el diario El Tiempo, cuna maestra de mentirosos e hipócritas.
Y Nueva York siempre me había llamado la atención por el elemento salsa. Que de aquí salió, que aquí se hacían las descargas, que aquí crecieron los Palmieri, que los conciertos, los locales y el Paladium y el Apolo.

En ese 95 no estuve más que una semana en la Big Apple.

Y cuando me tocó mi primera migración fui a parar a Londres, en 1997.
La semana pasada hablaba con Salvador –mi hijo de 9 años- de las razones que hacen que la gente migre de su país de origen. “¿Y tú por qué te fuiste?”, me preguntó. Sin titubear, y con el responsable al frente, le dije: “Pues por ti hijo. Por ti”.
Yo no he vivido más que unos meses con mi hijo desde su nacimiento. La primera vez que tuve contacto con él, era en las canciones de Rubén Blades que se me aparecían en plena ciudad de Londres. ¿Salsa en Londres?

Ya Olga, la mamá de Salvador, se había ido a Colombia cansada de tanta mala vida y con algunos meses de embarazo.
Yo andaba con mi bongó y mis maracas de rumba casi todos los días, porque con el bongó y las maracas no me cobraban en los bares de salsa de la ciudad. Incluso en los más encopetados, hasta me brindaban trago gratis por tocar, como en Charing Cross por Leicester Square o en el propio Picadilly.
Yo en plena rumba y salía Rubén con su:
“...Quien lo creyera / Que después de haber andado tanta esquina / Enredado en mil problemas / Correteado tanta hembra / Iba yo a salir papá...

Total, Salvador se me aparecía de tal manera que decidí dejarlo todo en la capital británica y regresé a Bogotá.
En Tabogo salude a la familia después de 10 meses de no verlos, pasé la noche y, a la mañana siguiente, sábado primero de noviembre de 1997, estaba tomando vuelo a Medellín. Esa misma tarde vi a Salvador, arrugado, en los brazos de su mamá, con una semana de nacido.
Desde ahí comenzó otra era. Viví en Medellín tras él, y vine a parar a la Big Apple tras de mi hijo.
Lástima que yo estaba tan ciego, casi enfermo.

Mi comportamiento era la repetición de todo el lastre familiar con que crecí. Así que no pude ofrecerle mucho a Salvador, a no ser por un lento despertar, una lenta visualización de la luz en medio de mis propias tinieblas. Esa cuenta me ha tocado pagarla, porque la vida no te deja nada pendiente. Y todavía hoy, a sus 9 años, es muy difícil verlo o convivir con él.
Aunque entre esa luz conocí amor y paciencia.

Y, con todas sus tinieblas, el camino se ilumina cada día un poco más.
Pero quedó esa historia que hoy observo. Y esas tinieblas. Y de tinieblas puedo hablar yo, experto diablo.
Como tinieblas las que viví aquí, en un calabozo por andar de puto. Después les cuento.
Por lo menos, en esta serie, ya llegamos a la Big Apple.


NC
Nueva York, 1997 y 2008

1 comment:

Anonymous said...

A ver ..sabes que muchas de las cosas que he leido de ti, es decir tus escritos en este espacio, he notado que eres un tanto intenso con eso de escribir y hacer siempre referencia a sexo, putas, burdeles, es que acaso no tienes otra forma de expresarte...espero que lo tomes a modo de comentario porque de verdad impresiona un poco o por lo menos a mi, espero que estes abierto a las criticas y leas muchos de tus articulos y veas que siempre tratas en esos terminos...no es malo pero si alguien te analiza un poco (todo tenemos algo de loco) es como inquietante.