2008-2009

Cuenta Osho que tras una mala cosecha, un campesino se quejó: "si Dios me permitiera controlar el tiempo, todo andaría mejor, pues El aparentemente no sabe de agricultura.

El señor le dijo: "Te daré el control del tiempo durante un año; pide lo que quieras y lo concederé".

El campesino pidió sol y lluvia. A lo largo de todo el año pidió sol y lluvia. Las semillas crecieron. Los cultivos nunca se habían visto tan verdes y frondosos.

"Ahora Dios sabrá cómo controlar el tiempo", dijo el hombre con orgullo.

A la hora de la cosecha el campesino tomó su hoz para cortar el trigo, pero el corazón se le cayó a los pies. Los tallos estaban prácticamente desnudos.

El señor se le acercó y le preguntó: "¿Qué tal tu cosecha?"

"Pobre señor, muy pobre", se quejó el hombre.

"¿Pero no controlaste el tiempo? ¿No obtuviste todo lo que querías?"

"Desde luego, y es por eso que estoy perplejo. Tuve el soly la lluvia que pedí. Pero no hay cosecha".

Entonces el señor le dijo: "Pero nunca has pedido viento, ni tempestades, ni hielo, ni nieve, nada de lo que purifica el aire y hace que las raíces se endurezcan y se vuelvan resistentes. Pediste lluvia y sol, pero no pediste mal tiempo. Y esa es la razón por la cual no hay cosecha".

La vida es posible sólo porque hay retos. La vida es posible solo cuando hay buen tiempo como mal tiempo, cuando tienes tanto placer como dolor, cuando hay tanto invierno como verano, día como noche. Cuando tienes tanto tristeza como alegría, tanco comodidad como incomodidad. La vida se mueve entre esas dos polaridades.

Al moverse entre esas dos polaridades, se aprende a mantener el equilibrio. Entre esas dos alas, aprendes a volar hasta la estrella más distante.

Si optas por la comodidad y el bienestar, optas por la muerte. (...) Estás intentanto comprar demasiado barato el tesoro de la vida...

Tomado del libro Osho - El hombre que amaba las gaviotas y otros relatos, editorial Norma. (págs. 140,141)