Costa Montaña States


San José es una ciudad con calles que no dan ganas de caminar. Hay cloacas con gente resignada a servirles a sus amos gringos.

El dólar reina al colón.

El norteamericano está devorando el país. Se apropia del territorio lentamente, en vista de que los hijos de esta tierra pareciera que hace tiempo entregaron sus restos.

Ahora mismo estoy a punto de volar a USA, y el aeropuerto de San José is American territory.

Justo frente a mí, dos estadounidenses rubio tostado asumen una conversación con aire importante. Camisetas de seda, zapatillas tipo Chanel number three. Manejan unos planos y observan su lap top y hacen cuentas en sus teléfonos multifuncionales, sistema operativo Vista.

Especulan sobre proyectos expansivos en Costa Rica. Sacan más papeles de un portafolio de cuero. Los discuten y hacen sumas.

De repente un niño rubio tostado los interrumpe con sus globos de colores. Le pide a su papá que lo lleve al baño.

-Ask Mr. Something. Ask Mr. Something. Le repetía el padre tratando de concentrarse en la dificultad orográfica de alguna playa tica.

El niño rubio-tostado se le quedó viendo todavía un rato. Callado contemplaba cómo su padre le ignoraba. De pronto pegó una carrera corta y desapareció entre otras sillas.

El anunciante del aeropuerto: Que algún Mr. Roger se acerque al desk number three, aquel que está bajo una valla de publicidad enorme donde se lee:

Costa Montaña States. Another Project by Costa Designers. Designing Homes and Developed Home Sites available now. Private Gate community on the Central Pacific Cost. http://www.costadevelopers.com/

El concepto de Private Gate Community está diseñado para hacer urbanizaciones exclusivas de americanos donde no se permite la entrada de ticos, a no ser para lavarles, limpiarles y recogerles la basura.

Por ejemplo, los ticos cuentan que hay playas donde ya no se les permite la entrada.

Los taxistas viven azorados con el rebusque; los conductores de autobus viven maldiciendo a los usuarios porque hace diez años los controlan con unas barras detectoras que cuentan cada movimiento como un pasajero, para que no roben a la empresa, y para que la empresa pueda robar tranquilamente al conductor.

Vuelvo al aeropuerto en Alajuela. Un guitarrista sirve de entretenedor del muelle norteamericano. Surfistas rubio tostado se acumulan aquí y allá con aire de vida de riesgo.

En el Hostal Galileo, por la avenida Colón, una joven israelí me había dicho: “Yo no quiero ir al centro de San José. Esta ciudad no me gusta. No me gusta esta gente”. Luego me explicó que llevaba dos meses allá porque viajaba a las zonas del surf y a los Private Gate Communities.

Claro que ella no lo dijo así. Hasta inconsciente protestó porque este país is too americanist.

A San José lo recorrí en carro, en la noche y sin cámara, porque había que estar alerta de los chapulines, que son los asaltantes de cuchillo. “No confíes en nadie, no hables con nadie”, me advirtió María García, la colombiana dueña del Galileo.

De carrera malpasé por Alajuela.

Todo sea por ti, Bellísima Península Osa.

Y despegó el Delta Airlines.


Texto y Fotos: Néstor Cristancho

1 comment:

Unknown said...

Amigos, no le montes cerebro a los gringos, piensa en tí, primero y veraz que conquistara el mundo de la escritura.