Arroz Risotto

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Aperitivo: Déme un jamoncito ahumado, y écheme esas empanaditas que tiene ahí. Yuca frita, pastelitos. Y chicharrón para Maickel.

¿Vino?

Se recomienda el tinto. El Shiraz Gato Negro es decente para la ocasión. Aunque un Pinot Grillo aparece por ahí.

Entonces, ahí comienza Candida Zambrano a dirigir la orquesta. Serían las Karen y Claudia de aquel domingo.

¿Cómo usas los cinco sentidos para apreciar el vino?

Primero hay que aclarar cosas básicas.

-Es que cuando se habla de que el tinto se sirve al clima, todo depende de qué clima tenemos. No vamos a servir un tinto en verano. Hay que poner la botella en el refrigerador y esperar que su temperatura baje a unos 18 grados. De lo contrario uno lo que toma es caldo.

Candida es enóloga, es gourmet, es chef. Es una mujer fuerte. Una de esas líderes que consignaron para la historia la palabra matriarcado. No le gusta Chávez, pero se le perdona. Es la madre de Maickel Clemente, su principal adoración. Es una ejecutora de miedo. En la época antes de Chávez, por años estuvo a cargo de no sé qué monopolio farmacéutico y su óptica es famosa en Caracas.

Ahora se dedica a reinventarse. Se le ve lista para el next step. Mientras tanto se distrae con una productora de televisión, dizque Jomacay producciones (ya se ha visto que para eso de los bautizos se le van un poco las luces).

“Es rumbera, fuma, bebe y jode como una culicagada”, afirma en tono académico Samantha Rapolla, la super pana de Maickel, y por lo tanto, declarada hija putativa de Candida Zambrano.

Ensalada:

-A ver mis hijos. Cada uno me va a hacer una tarea.

Al que veía medio relajado, bebiendo Shiraz o Pinot Grillo, Candida le sacaba una latica de olivas para cortarlas por la mitad, como fue el caso mío, y muy a pesar de que con Samantha ya habíamos patentado tremendo procesador de bolitas de crema de queso blanco, también destinadas a la ensalada.

No se preocupe usted, señor lector en entender cada disparate que aquí se escriba. Por la intimidad de los sucesos, los protagonistas entienden muy bien que aquello del absurdo es producto de la confusión de la carreta entre panas. Eso sí, observe las fotos para dar con algunas claves de ayuda.

Pekín hizo origami con los hongos. Richard peló y cortó con maestría todo tipo de hierbas que le pasaron para la ensalada, mientras contaba alguna historia vinícola y se daba un trago para enfatizar.

Plato fuerte (Main Course):

Arroz Risotto. Un tipo de arroz italiano que no se deja secar y cuyos ingredientes le agitan a uno el paladar, le encantan el olfato y lo hacen sentir infame cuuando no le permiten repetir el tercer plato porque hay que esperar a Caótica, que llegó tarde con tremenda sonrisa con la que anda ahora. Por cierto, la sonrisa es flaca, desgarbada, de cabello corto y actitud importaculista y le decimos Anabella.

Otro que llegó tarde fue Pacho, pero es que andaba de tour en Manhattan con una tal Catalina, aunque no dudaron en integrarse y ayudaron en la lavada y secada de platos, además tuvieron la buena inquietud de colaborar en el consumo vinícola.

Hay que destacar el uso eficiente de la música en esta sesión. Pues no faltó Zorba el Griego para servir la mesa en comunidad, los meseros-comensales pasando platos enganchados, un, dos, vuelta, y aligerando de trastos a la mesa; Pekín sembro, cultivó y cortó flores de colores; más vino pa’ estas copas; y ya ustedes lo verán en foto adjunta.

-Los cinco sentidos, mi querido, los activa el cariño. Por eso yo te voy a decir cuál es el mejor vino del mundo. No es ese que lleva años añejado en un roble francés. En la cava aquella. No. El mejor vino es ese que te tomas con perfecta compañía. Como a mí me pasa ahora con ustedes, con mi hijo y mis hijos, que son todos ustedes. Este es el mejor vino del mundo.

Tampoco faltó la melodía sutil para el respectivo masaje, que como esta Cabala, no es más que un tributo a esa mujer, a Candida Zambrano. Señora.

A la casa regresamos a las Samantha en punto. Uuuuufffff…

Texto y fotos Néstor Cristancho