Existen dos energías fundamentales en el universo que lo mantienen armonía y en constante evolución y movimiento. Identificadas desde antiguas civilizaciones, con diferentes nombres, pero con esencias consistentes, estas dos energías han sido las creadoras de todo lo que existe y conocemos. En la astrología occidental se les conoce como Polaridades, y son: la masculina, y la femenina.
La energía masculina, lo positivo, el Yang, representa todo lo que es activo, y que por tanto impulsa la generación y dinamismo de nuestro cosmos. La energía masculina es creadora, expansiva, innovadora. Es la energía fecundadora por excelencia: fecunda ideas, proyectos, seres vivos, planetas, etc. La energía masculina esta conectada con el mundo exterior: lo que hace, lo vierte hacia fuera, hacia lo femenino. Sin la energía masculina, el mundo no giraría, y ni siquiera se hubiese dado el Big Bang.
La energía femenina, lo negativo, el Ying, representa todo lo reactivo, y que por tanto recibirá la acción de la energía masculina, para tomarla, nutrirla y permitirle un marco de desarrollo. Es introspectiva, y esta conectada con el mundo interior, con el crecimiento interno, con la expansión y fertilidad pura. Si la energía masculina fecunda, la energía femenina nutre y desarrolla. Lo que el Yang inicia, el Ying lo mantiene. Sin la energía femenina, no existiría vida en el planeta, y ni siquiera existiese un universo que sostuviese al sistema solar.
De esta manera, ambas energías son necesarias para poder concebir la existencia en nuestra dimensión tal y como la conocemos. De hecho, todos los hombres provenimos de la energía masculina, y las mujeres, de la femenina. El hombre necesita de una mujer para fecundar vida, y la mujer de un hombre que la fecunde para poder traer al mundo un nuevo ser. Y así, entre los dos, contribuir con la perpetuación de la vida.
El Fuego proviene de la energía masculina. Es el iniciador por excelencia, es entusiasta, es optimista, brilla, da calor, y es contagioso. Apasionado por la vida misma, su constante actividad consume recursos vertiginosamente: no se detiene, simplemente arde. Así mismo como comienza, se extingue. No es duradero, ni constante. La energía es tan intensa que no puede mantenerse por prolongados periodos. La impaciencia, junto con el egoísmo constituyen sus características más desfavorables. Marte, Sol y Júpiter son los planetas, Aries, Leo y Sagitario los signos de este elemento.
El Aire es el otro elemento masculino. Del reino de lo etéreo, de lo intangible, el aire domina las ideas. Todo intelecto, conocimiento, invención, e ingenio provienen de esta energía. El aire intelectualiza, suena, idealiza, imagina. No se ve, pero se siente. Y siempre esta allí, como nuestra mente que nunca se detiene, ni siquiera cuando dormimos. Pero creer que porque uno va volando por el cielo es superior al resto, es lo que a veces puede hacer que el aire sea vanidoso, soberbio, superficial y creerse que se las sabe todas. Mercurio de Géminis, Venus de Libra y Urano de Acuario son los planetas y signos aéreos.
La Tierra es un elemento femenino. Su reino de acción es, esencialmente, la realidad: lo físico y tangible. Si la tierra no es capaz de ver o apreciar un objeto, entonces simplemente es irrelevante, inexistente. Su dureza y firmeza son los que mantienen a la tierra estable. Por otro lado, no es dinámica como el viento. A la tierra le lleva millones de anos cambiar, por lo que su constancia es total. Una vez que se decide a crear una montana, puede que le lleve tiempo hacerlo, pero no se detendrá hasta lograrlo. Por ello, la testarudez, obstinación y terquedad son sus defectos. Venus de Tauro, Mercurio de Virgo, y Saturno de Capricornio son todos hijos de la tierra.
El Agua, de polaridad femenina, rige el reino de los sentimientos. Cambiante, inconsecuente y hasta contradictorio, el agua es el único elemento que posee tres estados físicos. Dinámica como el aire, constante como la tierra, el agua no es ni sólida ni etérea. Es ambas. Y de allí el problema para entender nuestros sentimientos, porque a veces son confusos y otras veces determinados. Lo que es seguro es que, al igual que los sentimientos, el agua es necesaria para la vida. Excesivamente emotiva y sensible, el viento del aire le genera olas, el calor del fuego la evapora, y la tierra le limita. Su excesiva sensibilidad, ensoñación y romanticismo pueden llevarles a ahogarse en su propio mar. Cáncer, hijo de Luna, Escorpio hijo de Plutón y Piscis, hijo de Neptuno son los acuáticos del zodiaco.
Ahora bien, lo perfecto del universo es que los cuatro elementos están presentes en todos nosotros. Todos tenemos una carga de Aire, de Agua, de Tierra y de Fuego. Así pues, aunque ya nuestro signo nos imponga una carga predominante, somos más bien una especie de matriz conjugada por estas cuatro energías. Después de todo, ser puramente de un solo elemento seria devastador. Recordar que todas ellas poseen también un estado superior y otro inferior también es esencial.
“¿Muy bonito todo esto, pero a mi que carajos me importa?” Puede ser que se diga el lector, ya que el conocimiento no tiene valor si no tiene utilidad. Bueno, pueden comenzar por entender como estas energías, de acuerdo a su signo, influyen en su vida. Por ejemplo, una vez conocí a alguien cuya predominancia de tierra le hacia muy exitoso en el trabajo, pero infeliz consigo mismo. La carencia de agua, lo mantenía alejado de sus sentimientos.
Aun más revelador es entender como interactúan estas energías entre dos personas. Conozco una pareja en donde el es de fuego y ella es de aire. El aire aviva el fuego, animándole aun más, y el fuego hace que el aire se caliente y se eleve a los estratos más altos de la atmósfera. Así los dos Vivian felices entre si, pero a la hora de materializar sus ideas, la falta de tierra les hacia indisciplinados e inconstantes. Tras varios intentos pudieron, al fin, comprarse una casa y vivir juntos.
Entender que todo en el universo debe estar a la medida –esto es, hacia el medio- es crítico para nuestra vida. El exceso de fuego hace mucha actividad y desgaste, pero no lleva a ningún lado, más que al cansancio. El exceso de agua, inhibe la iniciativa, y genera muchos miedos. Estar reacio a los cambios, y negar los sentimientos, puede ser muy doloroso para la sequedad de la tierra. Demasiado intelectualismo del aire, por otra parte, nos quita la fe, y puede llevar a estados depresivos, y ni hablar de lo nocivo que es vivir “en las nubes.”
Recuerden siempre que aunque hay una tendencia en astrología, siempre la decisión de nuestras vidas yace en nosotros mismos. Entender que uno es de fuego, no es justificar las iras y los arranques de furia en ello. Mas bien, saberse dueño de una debilidad que es menester corregir, de una predisposición a estas explosivas reacciones, es hacerse con la responsabilidad de hacer algo al respecto y estar más consciente en la próxima ocasión en que se sientan estos impulsos. De esta manera seremos dueños de nosotros mismos, de nuestros destinos, y de nuestra felicidad.
Espero que les haya traído algo de reflexión con este artículo, y como siempre, estoy abierto a sus comentarios, preguntas e inquietudes, que con gusto responderé. Se les quiere y hasta la próxima cabala.
Pasadas Gotas:
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