El Satán

Enfrento a Satán.
Ha llegado con todos sus demonios.
La ira.
La venganza.
El asco.
El repudio.
El dolor.
La culpa.
Un llanto asfixiante que desea la muerte.
En Cabalá, traducido del arameo, así llaman al Ego: El Satán.
El gran oponente.
Enfrento al gran mago con todos sus engañosos talentos.
Me siento en zazen a esperarlo. A observarlo.
El universo, el gran espíritu, me ha enviado a esta batalla con una sola arma: consciencia.
El Satán me revuelca, me embiste. Me hiere. Si de muerte, renazco.
Los pensamientos se decantan.
La gran oscuridad.
Tengo confianza en que tras este invierno vendrá primavera. Confio.
Ya había presentido El Satán.
Desde que decidí este camino.
Ya antes me había encontrado con él así de poderoso.
Esta vez te observo.
Y, al contrario de las otras batallas, en ésta, ésta será mi reacción, exorcizarte a través de mis letras.
Esta vez no habrá daño ni revancha.
El arroyo está turbio.
La oscuridad me envuelve.
Medito.
Te observo.
Los pensamientos se decantan.
Un instante me descuido y estoy al borde del abismo.
Observo.
Respiro.
Vivo intensamente la ceremonia para la que me había preparado. Este era tu significado, gran ayahuasca.
Comprendo.
No eras tú, señora, maginifica mente, era un cáncer que te asesina, El Satán, El Ego.
Tras la oscuridad se asoma la luz.
Se silencia la bestia.
De repente grita y embiste.
Despierto.
Atento.
Luz y silencio.
Luz y silencio…

NC
Invierno 2009