-En todas ustedes.
-¿Cómo, de qué hablas?
Nos dedicamos al silencio y seguí alimentando el fuego. Saludamos y cantamos al nuevo año y a su impresionante señal. Le di mil besos. Ella solo sonreía.
-Somos amor de verano. -Repitió tantas veces.
-Ya conozco de esos.
-Entonces callá y besame...
La luna empezó roja y gigante en el horizonte marino. Se fue haciendo anaranjada y cuando se instaló bien arriba se quedó hasta el amanecer, como ella, como casi todas ellas hasta este nuevo año. Radiantes hasta el amanecer y luego, luego desaparecen. Se van con el nuevo día.
-Será que vos también desaparecés. ¿En serio querés ponerte reflexivo? Amame todo lo que puedas ahora, qué importa mañana...
No había quedado tiempo para pensar, reflexionar o cosa parecida. Desde que la conocí solo fueron besos y sexo. Se iría dos días después rumbo sur, y se la veía apresurada. Ya reconocía este tipo de conductas de las mujeres que escapan de alguien, que malviven y se acostumbran por la comodidad, por la estabilidad. Y cuando pueden escapan.
Se me quedó su aliento, su piel, su cabello, sus ojos, y se me quedó aquello de que, "será que vos también desaparecés".
Tras su partida, decidí desaparecer. Caminé rumbo al picado mar, que me recibía con furia y me sacudía, y me desaparecía...
NC
Santa Marta, enero 2021.
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