Y fue todo un
acontecimiento el que después de treinta y pico de años nuestro benemérito
presidente inaugurará el paso que llamamos La Línea, super estructura vial que une en unas cuantas
horas el suroccidente y el centro del
país. Así que le voy a contar la fiesta de disfrutar de este impresionante
tramo carreteable del que hasta los gringos nos tendrán envidia.
-Lamentamos
informarles que La Línea está cerrada.
¿Qué? Pero cómo va a ser. Y todo este plan de
estrenar. Si hasta tenía el celular limpiecito para sacar la de fotos y
subirlas para impostar de chicanero viajante por la mounstrua carretera
orgullosamente nuestra.
Ya de maletas y
con la inercia del viaje qué se la va a ser.
Además dicen que vamos por Manizales y que vamos a rodear el nevado del
Ruíz y con suerte hasta lo vemos. Ahh no, esto pinta bien. No nos alteremos.
Pasamos Buga,
Tuluá, y que vamos pa’ Pereira. Y dele. En la pantalla una peli de Stallone que
es el prototipo del super héroe humilde y sencillo que todos queremos ser. Y el
paisaje una belleza. Y que ya vamos por Manizales, y… ¿Qué hace el conductor?
El señor
conductor se baja y se le traviesa a varios taxistas, a lo suicida, hasta que uno se detiene, y parece que están
dándose señas. Y nuestro chofe' parecía entender. Y se sube. Alcanzo a
escucharle que "...y ahora como doy reversa aquí".
Y la de carros pitando en la glorieta donde se atravesó nuestro moderno
expreso. Y Stallone Pum! Pam! acabando con bandidos.
Una hora después
de recorrer varias veces Pereira, qué ciudad tan rebonita pero tan
congestionada, parece que por fin llegamos a Manizales y… qué hace señor
conductor… El hombre vuelve de suicida a parar taxis por una principal. Otra vez le dan señas. Y vámonos.
Ummhhh… Esto me
parece que ya lo hemos visto un par de veces.
Y, qué hace señor conductor… El man sin miedo logra detener otro
amarillo, y parece que esta vez... Ahh, lo vamos a seguir al taxista. Y el
hombre nos lleva por varias vías locales, como barrios populares, y no falta la
señora que vaticina que "qué es esto por dónde vamos, ahora que nos lleven quién
sabe a dónde y nos atraquen a todos", y esto y lo otro. Ave de mal agüero. Y verifico donde puedo encaletar los pocos
chavos que llevo no vaya a ser cierto. Y qué hace señor conductor… ahh, le está
pagando al taxista y se despiden, y es que ahí está la variante, ahora sí, vámonos. No se diga que no conocimos ampliamente
la ciudad de Manizales, que bien fría
que está. Brrrr…
Pasamos Dosquebradas, popular municipio colombiano por los chistes que le han hecho, y, qué hace señor conductor… ¡Jum! Ya oscureció. El frío empieza a calar los huesos. Ya de ver el nevado… a no ser que sea uno Superman. Y paciencia. Ya vamos por la tercera peli, ahora vamos a ver a la Roca, noooo, se va a poner buena esta peli… y la lentitud con que subimos la montaña, y la de carros, buses y camiones…
La peli está bien buena, y en medio de un
rescate con helicópteros y un avión caza, y esquivándolos un super macho, así como
uno se siente viendo estas pelis… y el bus para en plena montaña y apaga todo.
Y quedamos sin ver cómo rescataban a la remamacita… Y, ¿qué pasó señor conductor?
-Dos tractomulas
se estrellaron y como todos nos vinimos por esta vía pues parece que el trancón
(léase tremenda congestión vehicular) está cabrón.
Los primeros 30
minutos se resigna uno. No vemos al dichoso nevado pero si
lo sentimos respirar, y qué frío tan hijueputa. ¿No tiene calefacción señor chofer? Y qué cuál calefacción, qué burguesía, coja avión mijo.
Vidrios
empañados, casi dos horas y, síííí. Encendido
el expreso, run! run! Vámonos.
No avanzamos ni
diez metros y quietos. Apagado el vehículo.
Otra hora. Puto
Nevado del Ruíz, qué frío tan h… por fin
arrancamos, son como las 3 de la mañana. Y que vamos ahora sí, que rumbo a Ibagué, pero que cómo se va a ir para Ibagué, qué vamos directo ya para Bogotá, no sea marica. Y que nosotros vamos pa‘
Ibagué no sea sapo. Y resignación y ahora el super héroe es de una película
rusa donde parece que el man rescata a toda la familia de un terremoto donde
los edificios quedan torcidos lo suficiente para causar vértigo y mareo apenas
pa' este viaje tan jodido y largo, y vamos quedando todos dormidos, ojalá
despertemos ya llegando a Bogotá…
Frenada,
encendido de luces, uno en posición
fetal abrazado a si mismo para aguantar este frío cabrón, y ahora qué pasó. Se sube la policía. No, ahora sí nos van a robar. Nada tan aterrador
como la Policía Nacional de Colombia. Mínimo nos quitan el billetico a todos…
-Aquí se robaron
un celular. A ver todo el mundo saquen la cédula y requisa. Y si no colaboran,
aquí nos dan las 7 de la mañana y nosotros no tenemos afán. Requisados y aterrorizados por los policías colombianos
como es costumbre por fin aparece el tal celular. Y no es claro si se lo había
tratado de robar el vecino del puesto o fue que la muchacha lo dejó ir por
entre las sillas cuando hablaba, chateaba, texteaba y se
quedó dormida. Que no, que no presenta denuncia.
-Ve, por eso es que no avanza este país. -dice el policía. No avanza este bus señor policía. Y exige que alguien cambie de puesto con la señora para que ella no vaya cerca del presunto ladrón de celular. Y nadie hace caso. Y pasan los minutos. Y los policías que quiubo colaboren. Y yo, ya harto, me voy a compartir puesto para ver si nos movemos, así que la tal distancia social y bioseguridad e incomodidad… Ya empieza a amanecer. Catorce horas ya de viaje. Por lo menos ya pasó el helaje del nevado del Ruíz, pinche Ruíz, y vámonos.
En Ibagué recibe
otro conductor y el que nos llevaba empieza a contar la de sucesos y se le
escucha reconocer que al principio se perdió porque él sin conocer la ruta que
le tocó hacer…
-¿Al principio?
desde Pereira perdido. Hasta taxi le tocó pagar. -Recuerda medio en burla medio
encabronado un vecino de asiento.
Por fin
Ibagué. Y luego entrando a Bogotá, dos
horas para pasar el trancón vehicular de la mañana, tan tradicional en la
capital del país. Y el caos de gente, de
negocios, de automotores: motos contra taxistas, contra particulares y todos
contra los buses, busetas, camiones y nosotros, los super express de WiFi, películas
de acción, y cómodas sillas que qué putas ni qué nada.
Por fin en el
terminal de Bogotá. Qué va. ¡Ábrase! Veinte y tantas horas en ese puto bus. ¡Vaya métase su Línea por donde le
quepa señor Presidente!
Bogotá, diciembre 2020
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