Como ese día jugaba la selección Colombia, con aspiraciones de batir a su rival, la Junta Militar celebró la oportunidad para asesinar contradictores del gobierno.
El General con más soles pidió ver la lista que tenían sus mejores pupilos, encubiertos bajo la etiqueta de “Las Aguilas Negras”.
Un coronel encargado de brigada afirmó que sería la oportunidad perfecta para matar al hijueputa tal, y a este malparido que se nos ha escapado ya varia veces. Así hablan los colombianos, de hijueputa y malparido.
Otro general, menos soleado que el comandante de las fuerzas, intervino:
-Aprovechemos para salir de la perra esa que le ha estado alborotando el avispero a los Señores Senadores y que ha hecho que todos esos hijueputas zarrapastrosos no abandonen esas tierras en Bolívar.
El general de más soles pidió tranquilidad. Tal vez un atisbo de luz habría llegado a la mesa de generales y civiles donde se decidía el golpe del día en la guerra de terror que era un orgullo de las tropas desde comienzos del siglo XX.
-Sin apresurarse marica. -Dijo el general usando otra de las palabras comunes del dialecto constante del colombiano. -Vamos a hacer esto: dependiendo de cuántos goles haga nuestra gran selección de fútbol, ahí decidimos a cuántos hijueputas quemamos.
Entre vítores y el himno nacional, levantaron la sesión, no sin antes encargar a dos coroneles y a dos civiles de informar la misión de la jornada. Trajeron varias botellas de alcohol y prendieron la tele.
NC
NY, Junio 28, 2019
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