La Peña de la Serpiente Dorada





De esta gigante que se cuela en los sueños y protege a la tierra, se cuenta allá donde la Cordillera de los Andes aún es un macizo y comienza a desprenderse en tres ramas hacia el extremo norte del Abya Yala.

La Serpiente Dorada aparece en una peña gigante y señorial ubicada en el resguardo indígena Yanacona de Ríoblanco, Sotará.  Pa’ más señas, dicen los abuelos, del barrial pa’ abajo, antes del puente y las minas, está la Peña de la Serpiente.

Según el relato Yanacona, la Serpiente era gigante y su cabeza era de oro, y adornada con un penacho multicolor.  Dicen que deslumbraba cuando salía a tomar agua del Ríoblanco, que es blanco y verdoso por el azufre y los minerales con que la montaña enriquece sus aguas.

También salía esta Serpiente Dorada pero para meterse en los sueños de los nativos Yanaconas.  Entonces, en esos sueños, la Serpiente les dejaba tareas a los pobladores para desencantarlos, para proteger la montaña para ser mejores comuneros.  Luego de haberla visto en los sueños, se pagaban ofrendas, se llevaban alimentos, ruanas recién tejidas y todo tipo de artículos que fueran de la tierra o elaborados por los yanaconas.

Del pozo por donde salía la Serpiente burbujeaba el agua.  “Hervía en cantidad”, cuenta doña Nora Piamba, nacida y criada en Ríoblanco.  Todavía el agua sale a gotas por una punta del risco donde los visitantes vamos a pagar tributo a la región Yanacona.

El agua de la Peña es medicinal, sus minerales son riqueza para el organismo humano, y sanan los males de espíritu, que son los que causan todas las enfermedades que acechan el cuerpo del hombre.

Ahora a la Serpiente Dorada no se la ve más.  Dicen que fueron los curas que llegaron con sus conquistadores y su religión que decían que las cosas de la Madre Tierra eran cosas del demonio.  Uno de esos curas empezó a perseguir a la serpiente y se inventó la historia de que ella salía era los jueves y viernes santos.  Los mismos curas juran ver en el tope a la Virgen María, y por eso ahora le llaman La Peña de la Virgen.  Aunque yo mire y miré, y lo que se veía era una montaña impresionante con figuras artísticas de sal en las rocas.

Igual que en toda la América, donde había culto y tradición indígena, los curas taparon la historia original con la historia inventada para hacernos esclavos de su religión.  Y así a la peña majestuosa le cambiaron el nombre.  Eso sí, dice un abuelo de 99 años, el cura aprovechó para ir a vender el oro de la serpiente a España.

Solo los guerreros que ven a través de la historia, reverencian a la Gran Serpiente Dorada.  Y aunque ya su pozo no hierve, pagamos tributo nadando en las aguas del Ríoblanco, y bebemos de su agua bendita sanadora.  Y no bendita por los curas y la tal Virgen.  Bendita porque es de la Tierra, Bendita porque es de la inmensa peña que filtra sus aguas y las alimenta con minerales sanadores.  Bendita porque es una de las peñas de la Gran Montaña ancestral, la de los Andes.

De nosotros depende revivir a la Serpiente Dorada, cuando entramos en contacto con la Madre Tierra, la entendemos y respetamos.  Mito o leyenda, existen estas historias para enseñarnos a comunicarnos con aquello sagrado que vemos, con la Madre Tierra, con el abuelo Río, con los hermanos animales y las plantas.  Tú que lees ya eres poseedor de tal poder protector, porque el espíritu de la Serpiente Dorada ya está en ti.


NC
2018



 


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