Fueron dos tenebrosos maullidos. No serían más de las cinco de la mañana. El primero me alertó. El segundo me hizo
parar de inmediato a ver si una anaconda había entrado a devorar a Maya.
Maya es nuestra gatita parcera. Tiene cinco años. Es criolla, pero creída y antipática como
noble angora.
Desde que nos mudamos a la nueva casa se
ha aventurado a cazar lagartijas. Ver a
los pobres reptiles en la boca de Maya me da pena. “Es su instinto”, dice Juliana. En esta casa se lanza de pared a pared, salta
sin medir alturas. Tiene un super parche
en los closets altos donde lee sobre “Pink Tomate” trip, trip, trip…
Y esa madrugada, con el primer maullo que
sonaba a alma en pena, me despertó. Con
el segundo, me paré de un salto de la cama y salí a ver si Maya estaba siendo
cazada por anaconda, vampiro o extraterrestres…
Cuando la veo, tenía media lagartija
saliéndole de la boca.
-Ughhh… Ahora se atoró esta gata loca…
Pero Maya quietita -con lagartija en la
boca- estaba tensa y con la mirada clavada en la puerta principal de la
casa. Y yo que me doy cuenta, y Maya a
quien veía era a un ladrón tratando de llevarse las lámparas de la casa.
El caco huyó despavorido. Las lámparas
invictas, aunque una de ellas tuvimos que hacerle algo de latonería.
Y Maya…
-Miauuu… con Pink Tomate, “qué cosa tan seria… Trip.”
NC
Cali, 30 de marzo
Además del agradecimiento a Maya, tributo
a Rafael Chaparro Madiedo y su gran Opio en las nubes, que aquí se recuerda.
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