Familión


  Cuando el hueco en el pavimento alcanzó características de cráter, le plantaron un caucho para alertar a los conductores distraídos.
Que a lo mejor el caucho eche raíces y crezca, y en unos años rija el tráfico y la urbanización de la ciudad puede suceder en esta Venezuela de amor y humor.

Como sucedió con el Samán donde al parecer tomó sombra y mió Bolívar. Samán que se erige señorial entre el centro comercial Trapichito y el Miranda, en Guarenas.

Ahí no más queda “Bienvenido”, una estación policial adonde llevan a los malandrines emergentes. Se quedó “Bienvenido” porque en la entrada del cuartel aparece el letrero: “Bienvenido”.

-“Anoche estuve en Bienvenido”, ha sido y es frase del consuetudinario local, cuentan miembros del colectivo Orígenes, de La Villa Panamericana en Guarenas (ver siguiente post).

Por una hija de La Villa terminé en Guarenas y Caracas por dos semanas.
Desde que soy compañero de Samantha Rapolla conozco historias de esta tierra. Ahora he tenido la ocasión de ponerle cara a los cuentos...  Ya no cuento de las arepas de la tía Maritza sin que conste en gusto y kilos.

 -Bendición tía Maritza.
-Que Dios me lo bendiga mijo.

Con ese par de frases se saludan y despiden mayores y menores en familia. Y a veces un familión aparece. En el familión se cuelan también los amigos, porque Venezuela, en general, es un familión.

Por lo menos así conocí a Caracas.  Escribía que conocí por fin la famosa Villa Panamericana y a varios de sus legendarios personajes… Orígenes, el Piso Rojo y las aventuras creativas –y destructivas- que marcaron a unos amigos que después de veinte años siguen amigos.

Y me tocó ver los taxis de Guarenas que son antiquísimos carros funerarios que dan tal pavor por el tamaño y apariencia que hay que fijarse que no conduzca el mismísimo Drácula.

Así también supe de la historia de la ambulancia que, en vez de llevar enfermos o heridos, transportaba pasajeros corrientes por unos reales de más a fin de agilizar -con sirena y luces de emergencia- el viaje entre Higuerote y Caracas.

Así conocí “Las Colas”, las del tráfico y las otras. Y conocí a los “motorizados”, y me tocó un funeral de “malandros” subiendo al Junquito, y también, claro, las constantes alusiones a Chávez, de los dos bandos…

Con café en la despertada, en el desayuno, en todas las comidas y sentadas, y charladas… Salud a la Venezuela de amor y humor… ¡Familión que da gusto vale!

NC
A papel y lápiz, Caracas, junio 2011

1 comment:

Samantha Rapolla said...

Viva Venezuela con toodo y sus profundos contrastes... Que gran regalo la oportunidad de compartir contigo este viaje maravilloso a la Tierra Madre que me vio nacer y de pasito, darte un chapuzon en medio de tal Familion! Bienvenido vale! Ja!