Desde tu ventana

Y cada mañana sucedía lo mismo. La vecina lavaba la ropa blanca y la extendía en las cuerdas que daban a su ventana.


Ella miraba a la vecina con cierta camaradería cómplice, aunque no dejaba de exclamar una queja hacia sí misma o lanzar un “¡pufffff!”… Algunas veces se complacía contándole al marido:


-Es que la vecina lava y lava esa ropa que da pena. Es una ropa amarillenta, percudida. Pobre mujer.


Cada mañana otras piezas de ropa amarillenta y percudida puestas a secar.


Una mañana… ¡Oh sorpresa!


-¡Tienes que ver la ropa de la vecina! Luce muy bien. Blanca y pura.


El marido la miró con mueca compasiva, le apretó el hombro y le dijo:


-Es que hoy lavé tu ventana.


NC

Bronx.
Diciembre 2009

Gracias a Gloria Giraldo que me contó esta historia, aquí simplemente está trabajada en formato narrativo de la versión oral original…

2 comments:

Anonymous said...

wowww !!! exquisita ... ;)

Anonymous said...

like the flag in the country dont let us see nothing, great to tink