Al calor de los Cafetas

No nos ha quedado más remedio que dedicarnos al placer.

¿Qué hacemos?

El verano nos ha llenado las manos con placer desbocado. Se trata del impacto que nos genera el calor.

Nueva York está bombardeada de eventos, de festivales gratis y al aire libre. La semana pasada, apenas, coincidimos en el mismo lugar del planeta un combo de panas que andábamos desaparecidos, aunque estuvimos y seguimos desaparecidos los unos de los otros. Por ejemplo Rebio andaba por ahí viendo a los Cafetas. Pasó Sigfried y desapareció siguiendo un celular. Nos vimos en carrera con nuestra Silvina y su Martín, y supimos que al día siguiente sufrieron de una pena mayúscula por culpa de la selección argentina de fútbol.

A propósito, también celebramos y gozamos con la Copa América de Venezuela. Excelente torneo, no se pierdan la síntesis jodedora de Oscar Domínguez. Gracias Argentina por haberte puesto seria y marcado la pauta. Gracias con todo y que al final te cagaste la fiesta.

De todas formas Venezuela sirvió de marco radiante para un torneo que volvió a despertar interés por que hubo fútbol. Será la magia de los rojos y los vinotintos. ¡Que viva Venezuela puñeta!

El concierto de Café Tacuba tuvo como escenario el Summer Stage de Central Park. No cabía la gente. Samantha y yo llegamos a eso de las cuatro de la tarde, después de habernos disfrutado el dichoso parque.

Nada, nos quedamos en una larga fila que cada vez se poblaba más. La razón: “Sorry guys, we are full”, le repetía a la multitud una de las Security.

Entonces volvió a servir de algo la credencial de mentiroso e hipócrita que nos dan a los que trabajamos en los medios de comunicación por mentirosos e hipócritas, y volví a amar el periodismo por ridículo. Y coronamos entre los ojos maliciosos de aquellos que tuvieron que escuchar a los Cafetas desde las barreras.

Ya adentro soportamos un par de piezas aburridas de los teloneros. Luego se subieron al escenario los Cafetas.

Una boricua de ojos claros, cabello castaño, piel bronceada, que también coronó a último minuto, no paraba de echarle flores a los Cafetas. Se sabía toda la historia, que eran de los primeros innovadores en ese estilo punk en el rock en español, que un tipo en el New York Times escribió que los vio en no sé dónde y que consideraba que era el concierto de mayor energía que hubiese visto, en español o en inglés, con el perdón de los Rolling y el maestro Mick Jagger. Tampoco nosotros le creímos al del New York Times. De todas formas tampoco le creemos al NY Times, porque los Stones son los hijos de dios, hermanos de Jesús.

A propósito, Samantha y yo ya estamos pensando en que con el éxito de las iglesias de todas las bobadas que hay, incluida la del papa y su combo de locas con hábito, pues vamos a ver si montamos la iglesia del guayabo universal. Ya tenemos en la mira varios reverendos al estilo de Pedro Pietri que regalaba condones a sus discípulos y predicaba “Free Grass for the working Class”, sabio maestro.

Paso de tema en tema, me dilato y expando… Es el delirio de este calor. A ver una cerveza, ¡Salud!

Y hablando de los sagrados Stones, saludamos a nuestro Jenri González y su quilombo en Las Vegas, cuya energía nos anda rondando con dos chiquilluelas hermosas que nos llegaron con el verano y que son sus adoradas hijas, Laura y Aleja. Maestro, ahora sabemos que eres mago gráfico hasta en especie.

Vamos a rematar este artículo delirante de calor con algunas frases lanzadas en el concierto por el ‘Pinche Juan’, cantante y guitarrista de la banda:

“Dónde está la gente de México…”, dijo con su acento charro y su susurro de gaznate.

Le respondió una algarabía.

Luego preguntó: “Y dónde está la gente de Puerto Rico, Ecuador, Colombia…”

Y mientras le respondía una bulla de nacionalistas despatriados, soltó está: “Todo eso es mentira. No existe. (…) Las fronteras no existen. Los países son un invento para tener más control, para tener más poder… Nada de eso existe. Semos los mesmo”.


Ya chole chango chilango
que chafa chumba te chutas

no checa andas de tacuche
y chale con la charola.

Y que sufran los amargados...

Texto y fotos Néstor Cristancho

1 comment:

Anonymous said...

Dejate Caerrrrrrrrr!!!!!. Como en los viejos tiempos