La otra Verdad

En 1999, la madre de mi hijo recibió una llamada que la espantó. Era un paramilitar que exigía verme en un estadero de Medellín, por la avenida Nutibara. Yo fui a verlo, a él y a otros dos que bebían aguardiente Antioqueño, hablaban en tono intimidatorio y me exigían saber si estaba con el paramilitarismo o no. Entonces les dije que sí, para que no me asesinaran en esa mesa. Un vivo cobarde más.

De todas formas después me tocó irme del país porque seguí jodiéndoles la vida buscando pruebas sobre el vínculo de los paramilitares con la muerte de Jaime Garzón.

Yo era uno de esos periodistas ciegos, sin conciencia, creyéndome la gran cosa por ostentar el titulillo ese de “Periodista”. De hecho es un perfil característico de la mayoría de los periodistas, que son unos fantoches.

Desde 1991 había tenido la oportunidad de ir viendo de cerca los personajes que han hecho la historia de Colombia, desde amas de casa mentirosas, familias que se odian, padres violadores de sus hijas, presidentes, magistrados de cortes, procuradores de la nación, asaltantes de calle, paramilitares, guerrilleros.

En eso vi cientos de muertos. Gente que había caído asesinada de formas atroces. Fui a tomas terribles de la guerrilla, siempre dirigidas a los cuarteles militares y a las estaciones de policía; fui a pueblitos donde los paramilitares habían sacado miembros de familias, uno a uno, y los habían asesinado, lista en mano.

No me tocó ninguno de los casos de las torturas del paramilitarismo y el ejército colombiano, como las que relata el documento “Terrorismo de estado”, que conocimos por allá en 1992, y que apenas alguna gente consciente lograba interpretar.

De hecho eso de asesinar a la gente lentamente, cortándole los miembros con cierras eléctricas, es incluso un chiste nacional, auspiciado por el paramilitarismo y el sagrado ejército nacional.

La mayoría no creíamos nada. Los reporterillos de entonces –algunos hoy hasta directores de medios-, cuando coincidíamos en alguno de esos cubrimientos masivos, a los que llegábamos como buitres, aprovechaban para declarar su simpatía con el paramilitarismo y la guerra sucia en Colombia.

En el mismo diario El Tiempo, recuerdo cuando el procurador de derechos humanos le formuló cargos al ex-Brigadier General del Ejército Alvaro Hernán Velandia Hurtado, implicado en la desaparición forzada, tortura y homicidio de Nydia Erika Bautista de Arellano en 1985.

Yo estaba escribiendo la noticia cuando el ex brigadier general llegó a la redacción de El Tiempo, y fue recibido cordialmente por el director del pasquín, el finado padre del hoy vicepresidente de Colombia, Francisco Santos. La noticia mía no solo fue a parar a la basura sino que publicamos la versión del ex brigadier general que hasta acusaba de guerrillero al procurador que lo acusaba. Meses después, el procurador en cuestión debió salir del país bajo amenazas de muerte, y los Santos bebiendo Whisky con el ex brigadier general.

El Tiempo mandaba a sus equipos de reporteros “sagaces” al Urabá antioqueño y de coincidencia les tocaba una masacre paramilitar para ilustrar mejor la cosecha.

Esta no es ninguna defensa de la guerrilla colombiana, con la que no comulgo para nada. Son otros bárbaros, su mala cabeza produjo más sangre y miseria en Colombia.

Pero con todo lo que ha estado pasando tras la liberación de Clara Rojas y Consuelo González, con la información enferma que viene de esos medios y la sociedad colombiana, no queda más que hacer una reflexión simple:

Es parte de la responsabilidad social acudir a medios de información alternativos. Ojo con todo lo que sale de las fauces de estos medios, llámense Julio Sánchez Cristo –que es una vergonzosa fina copia de su maestro, Yamid Amat-; El Tiempo, que es el UNICO diario nacional colombiano, dizque en una sociedad demócrata y transparente; Caracol, RCN, radios y televisiones... No traguen entero colombianos buenitos.

No es nada extraño que existan estos medios. De 400 canales de televisión que podemos ver en el cable de Estados Unidos, solo cuatro pertenecientes a los medios públicos (PBS por sus siglas en inglés) tratan la información con respeto por las consecuencias que puede provocar.

Y la gente opina de “la guerra” en Irak. No se sabe nada de las deserciones diarias de soldados, de soldados enfermos psicológicamente, de la impunidad de las masacres en Irak, de los crímenes diarios allá y en el mundo árabe. De las grandes alianzas con los jeques petroleros de Arabia Saudita e intermedias. Celebran a Barack Obama; y al minuto a Hillary. Y que “qué buena se puso la política aquí". No sabemos nada.

Y en todo el mundo están los desinformados y los desinformadores. Y difunden rumores impresionantes sin ninguna vergüenza: Que Chávez le pagó $500 millones a las Farc. Leí a un “Periodista” que afirma tajante que Clara y Consuelo se veían salidas del salón de belleza. Un informe de Telemundo, basado en un colombiano que dice que la guerrilla le mató toda la familia, afirma que Chávez es amigo de siempre de la guerrilla porque le presta el territorio para pasar droga. Todo sin mayor contexto, sin ética, sin consultar varias fuentes, toda la basura que predican las escuelas de periodismo. Y loros repitiendo lo mismo a diestra y siniestra. Enfermos, gente enferma juzgando por el calibre de su propia conciencia. (A propósito, ¿cuándo será que cae un capo narcotraficante de Estados Unidos?)

Que soltaron a dos, y cuál es el escándalo, que quedan otros 700, otros 3.000.

Nadie le pone un contexto real a lo que está sucediendo.

Veamos cifras oficiales, o sea de otros gobiernos colombianos, no éste de Uribe: En la última década se han reportado oficialmente 22.252 secuestros. De esa cifra se le abonan 6.778 a las Farc; 5,387 al ELN, la otra guerrilla que queda en Colombia; 3,790 a la delincuencia común. Hacemos las cuentas y nos faltan 6.297 personas. ¿Qué le tocará de eso a los organismos del estado y a los paramilitares?

Y ojo que el gobierno no admite cifras de desapariciones forzadas, modalidad que se hizo popular desde el gobierno del presidente Turbay Ayala y del director del DAS, Miguel Maza Márquez. Hasta chistes ahí de las atrocidades que hacían. Y se ríen los colombianos buenitos, a carcajadas.

Los que dicen que las Farc nunca quisieron desmovilizarse no saben, o no quieren recordar que en 1985 crearon un movimiento político llamado Unión Patriótica, liderado por Jaime Pardo Leal.

Todos, todos, todos sus casi 9.000 –nueve mil- miembros fueron asesinados por el gobierno colombiano, sus narcotraficantes y sus paramilitares. Que de hecho es la primera evidencia de la unión solidaria de estado, narcotráfico y paramiliatres. Esa historia está ahí. Irrebatible. Silenciada.

Veamos otros hechos, la desmovilización de los capos del narco-paramilitarismo, la impune Ley de Justicia y Paz; muertes tan raras y oportunas como la de Pedro Juan Moreno, uno de los críticos férreos de Uribe que fuera su gran amigo y que le conocía todo el expediente y cuando se lo empezó a enrostrar en “La Otra Verdad”, se le cayó el helicóptero en que viajaba. El caso de Daniel Coronel amenazado por un ‘parcerito’ de Uribe. El exilio de tantos otros periodistas que critican al gobierno.

Es cierto que en Colombia hay un caos. Es tiempo de cambiar. De hacer acto de contrición, de empezar a ver todo el cuadro. Todos caben. Hay que sentarse a hablar para que pare esta guerra sucia. Reconocer que la guerrilla juega una guerra sucia, pero que nosotros también, los que nos las damos de buenitos. El señor Uribe, Julio Mario, Carlos Ardila, Luis Carlos Sarmiento, las niñas lindas, los paracos. Todos. Eso si quieren de verdad algún tipo de estabilidad. De lo contrario, Colombia seguirá siendo ese país tan lindo de donde viene la coca y la heroína, y donde malos y buenos violan, roban, matan, secuestran, torturan y desaparecen gente todos los días.

Texto: Néstor Cristancho

Fotos: : Agencias independientes en Internet.

PD. ¿Y a qué medios acudir? El cine y los documentales independientes; algunos goles de Hollywood, como esa película Syriana con George Clooney. Libros de escritores reflexivos. Sitios alternativos en Internet. La BBC, Televisión Española; los canales públicos de Estados Unidos. Una sola fuente abrirá otras, y abrirá la mente, y despertará a los dormidos de su largo sueño cómplice. O sigan viendo telenovelas y “reality shows”.

2 comments:

Anonymous said...

Gracias viejo man; el paisito tiene que abrir los ojos, destapar los oídos y hablar mucho del techo de mierda que lo cubre. Mientras esos no ocurra...mentiras y más mentiras a cargo de cuatro periodistas radicados en Miami y un periódico que busca un presidente propio.
Phil

el mono said...

Hablar es barato, comprometerce es lo dificil no solo se necesita ver y despertar al la realidad del mundo, hay que actuar, se empieza desde adentro para fuera y eso es lo que nos falta, el paisano se va donde calienta mas el sol, donde las cosas tienen un color mas bonito donde hay rumba y trago y hembras asi hablemos de las Mujeres como seres divinos sublimes y sagrados estamos esperando el momento de comernolas mostrar la verga ambrienta ,saciar el ser-do, quien. va a tener un momento de silencio de refleccion personal si no es capaz de verce a si mismo como el simio primate, el eslabon detenido entre la bestia y el verdero hombre,
criticamos y pasmos por encima de quienes nos tienden la mano eso no importa es nustra manera de ser somos unicos que intelectuales, hay estamos pensando el lo bueno o lo malo que es Chavez o lo mafioso asesino que es Uribe o lo asquerozo que es Bush o lo iluminado que es Osho o los lamas. antes de ir ala, michael moore, wbai, la BBC?, la television publica miren para adentro a ver si hay estan, si hay alguien hay abitando esos huesos y ese cuerpo hay encontraremos una de las verdades tal vez inconveniente/Al Gore