Goles y odios

Esta vez la poesía no le funcionó al “buen fútbol”, querido Galeano.

Los goles de Luis Díaz en vez de haber unido al país en torno a un cause mutuo, fueron aplastados por los madrazos y el odio.

No importó el llanto feliz de Don ‘Mane’ Díaz cada que su hijo marcaba y un país juntos celebrábamos. No importó eso. 

Ese Don Mane desfalleciendo de alegría después de ser secuestrado ante los ojos del mundo. -Así expuso el chantaje de los Elenos, que tampoco quieren ayudar.

Don Mane fue liberado entre trinos que lo daban por muerto y que Petro tendría que renunciar.

Y lo liberan vivo.

Y, en cambio de salir a gritar guerra, Don Mane pidió paz y conciliación. 

Y a pocos minutos de que terminara el juego, como en las historias que Galeano cuenta son mágicas y suceden entre la realidad y el fútbol, el hijo de Don Mane, Luis Díaz metió dos golazos que cambiaron una historia de derrota que parecía devenir cuando Brasil ya se tomaba confianza y el partido terminaba. Del 1 a 0 al 2-1.

Pero el país de la derrota imperó.

Ese demonio del odio que hemos creado juntos imperó.

Y terminamos con este sabor a autogol. 


NC
Noviembre, 23

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