La ONU: Asamblea de guerras, apariencias y adicciones

Por Néstor Cristancho

El petróleo y la extracción de recursos naturales se ha vuelto una adicción. 

Lo dijo el presidente Gustavo Petro en las Naciones Unidas, pero no fue el primero. El propio secretario general de las ONU, António Guterres, lo dijo abriendo la 77 asamblea de este foro mundial que llega a su fin sin que sus objetivos hayan sido la protagonistas: protección del planeta, de las mujeres, de la urgencia de reformar el sistema educativo, de la transición post Covid y de los desplazados del mundo (77 se ahogaron en las últimas horas entre las costas de Líbano y Siria escapando de la guerra de potencias y como cachetada a la carreta en la ONU). 

La verdadera estrella de la jornada de está semana de sesiones fue la guerra que se encubre a través de la apariencia. 

Porque faltó decir que la humanidad también está adicta a la guerra y a la apariencia.

He ahí el gran éxito de las redes y el Tictoc. Y el reloj de la guerra hace Tictoc mientras los países que se tratan de desarrollar ponen la sangre derramada. 

A nadie le importa realmente Ucrania,  como no importó Siria, Irak, Palestina, África, ni mucho menos la Colombia de mariposas amarillas y sus ríos de sangre. Porque ahí están las industrias camufladas. Aunque México la pegó duro con su propuesta ante la crisis de Ucrania y al ganar asiento en el Consejo de Seguridad de la ONU. 

Y lo de las drogas? Y salvar al planeta? 

En su discurso, el presidente Petro puso el dedo en la llaga sobre el fracaso de la guerra contra las drogas. Pero, si vamos más allá, tendría que decir que es una guerra falsa, engaña tontos. 

La industria de las drogas ilegales mata al adicto y a los peones del negocio, cuando no los encarcela. 

Uno de los trompos que puso a girar el presidente Petro en esta Asamblea,  es que en Estados Unidos todo lo castigan con prisión porque las cárceles son un negocio privado y rentable en la medida que haya muchos clientes, los presos.

Y mientras tanto, hagamos la lista de los que se lucran lavando dinero: bancos y sistema financiero, la finca raíz, el deporte y otras industrias de pequeña a gran escala.  Las farmacéuticas venden sus químicos para crear la cocaína, heroína y otras drogas de moda. A ellos no los persiguen, solo a la planta de coca.

Y no se puede olvidar en la fórmula del narcotráfico a la poderosa industria armamentista, tan ligada a las ensambladoras de automotores (véase a la General Motors por ejemplo, a su vez dueña de medios de comunicación y periodistas).

Por eso, y aunque el gobierno y varios congresistas estadounidenses expresaron su apoyo a Petro y a la idea de acabar con esta falsa guerra, no esperemos mucho en el corto y mediano plazo.

Marchará al ritmo gradual que el negocio se pueda manejar: ya en 19 de los 50 Estados Unidos se ha legalizado el uso recreacional de la marihuana, y en 37 el uso medicinal. 

Pero lo del fracaso de la guerra contra las drogas no tuvo eco ni siquiera en la "gran prensa" mundial. A cambio, se le dio bomba a la guerra de moda, que vende y va de acuerdo a las reglas del negocio: la guerra entre potencias.

El real interés está en el poder. La guerra fría nunca terminó. Todo ha sido una pantomima, como la guerra contra las drogas. 

Porque en este mundo lo que realmente prima se encubre de apariencias. 

Apariencias por proteger los derechos humanos. Apariencias por proteger al planeta.  Cuyo gran ejemplo es el expresidente de Colombia Iván Duque que se consiguió un cargo para proteger el medio ambiente en estas Naciones Unidas a pesar de que en la práctica es un gran promotor de su destrucción y de la muerte. 

Son apariencias juntarse cada año en las Naciones Unidas para hablar y que no suceda nada.

Fue una apariencia el esperado, y ése sí muy difundido, discurso del presidente de Estados Unidos,  Joe Biden, donde le mostró los dientes a Putin como perro bravo, y la delegación rusa hizo lo propio; y unos y otros se ladran, mientras la mayoría huye o muere en la miseria. 

Esta asamblea 77 de la ONU también nos ratificó que los medios de comunicación y el periodismo tradicional son el escenario perfecto para aparentar y encubrir.  No como en las redes sociales que aparentamos buen vivir para encubrir nuestra miseria individual, no. Los medios y el periodismo tradicional encubren la ambición del poder económico, la muerte, el desplazamiento y la miseria global. 

Como nos ha enseñado Julito Sánchez Cristo y otros de esa jauria que también muestran  dientes para aparentar buen periodismo y que nos traguemos el cuento de sus ladridos para, mientras tanto, llenar sus bolsillos, su rating y tendencias, y así seguir impulsando las industrias del poder y de la muerte.

Lástima por esa Colombia y esa América Latina que debe sufrir la muerte, la cárcel,  la violencia producto de está adicción a la ambición. La única salida, lo planteó Petro, es la unidad latinoamericana para enfrentar ese terrorismo mundial de reyes, nobles, industrias, bancos, mafias y cuanta corporación se establece para aparentarse y camuflarse en las creadas necesidades humanas y el consumo. Otra vez repitiendo a Petro.  

La real trascendencia de este foro mundial anual es lo que sucede tras bambalinas. Y de ahí, el nuevo gobierno colombiano puede cobrar réditos, pues no sólo se apoya la revisión de la narcoguerra, sino que hasta la Unión Europea dijo a través de sus voceros estar interesada en la Paz Total colombiana. 

Que de todas formas no llegará a buen puerto sin la regularización de las drogas ilegales. 

Y sumen al Banco Mundial apoyando la reforma pensional y laboral de Petro.


Termina así la Asamblea 77 de la ONU. Se van los presidentes y sus delegaciones. Y así las Naciones Unidas se despiden con otra muestra de su inutilidad y su apariencia. 


NC

Nueva York 

25 de septiembre,  2022

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