Dicen que hay lugares donde uno vive en los refugios de los dos patas y no queda nadie en el frío. Aquí no. Aquí a los perros nos toca rebuscárnosla hasta que nos pisa un carro, o porque no sobrevivimos a las pelas de la calle diaria.
Yo prefiero andar solo, aunque a veces me junto con algunos socios y así podemos operar para la diaria subsistencia.
La mayoría del tiempo es camine y camine, porque donde uno pare a descansar vienen los dos patas y nos patean, te tiran piedras o alguno de esos pequeños te corretea quién sabe porqué razón.
Al pinto orejón le quedó la carne viva de la lavada con agua hirviendo que le tiraron de un restaurante, de seguro para proteger a los dos patas de nuestra peste. Porque de seguro somos una peste peluda y por eso nos tratan de esta manera para que no nos acerquemos. Y nos acercamos ya no para hacer familia, que sabe uno que estos dos patas odian a los que no son iguales a ellos. Así que nos acercamos a ver si se apiadan del hambre y nuestros huesos exhibidos, a ver si comparten un poco de esas deliciosas comidas que se ven que son un privilegio de dos patas.
La aventura, le digo, es sobrevivir, si no es por el odio que nuestra sola presencia despierta en sus territorios orinados, son los que nos encierran en cárceles y nos condenan a diferentes tipos de muerte, con gas, con electricidad o a garrotazos… Aunque sabemos de historias de algunos que fueron rescatados por dos patas que parecen que han aprendido a comunicarse. La mayoría de los dos patas emiten sonidos pero se nota que no se entienden entre ellos porque viven llenos de ira porque no se entienden los unos a los otros.
Así que hay que esperar a que caiga la oscuridad para poder refugiarse y dormirse mirando la luna…
-Awwww…
Cuidado que los dos patas te tiran con algo por saludar a la luna y a los espíritus.
-Awwww…
NC
Nov. 2020
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