Me excuso ante ti, si en público o en privado, te ofendí.
Me excuso si cometí el error de actuar en discordia
contigo.
Pido mil disculpas si mis palabras te molestaron… O te molestan…
Lo siento.
Lo siento en el alma.
Si fue ayer, en cualquier ayer, incluso en ése en que más
inexperto fui, y erré ante ti, me excuso.
Me excuso de siempre, le pido perdón a ese hombre o mujer
que alguna vez insulté, agredí, o del que alguna vez llegué a hablar mal.
Mil perdones.
La Vida, la Gran Magia me enseña hoy el valor de redimirme,
rendirme; el tamaño inmenso de pedir perdón…
Es un gran ejercicio pedir perdón. Mejor si vuestra
sabiduría te ha mantenido alejado del error.
Si no, esa misma sabiduría. Te enseña a pedir perdón; y a
ser más sabio en el próximo paso.
Cierto es que en la escalera de la sabiduría, uno de los peldaños
es ése de aprender a pedir perdón. Otro más, es Perdonar.
Pedir perdón incluso si consideras que no hay causa, o
que estabas en lo cierto. Aléjate de ese ego. Si alguien requiere que bajes tu
cabeza y pidas excusas, anda, no dudes.
El perdón es un acto que limpia el pasado y afianza el
presente.
Hasta pedir perdón y perdonar exigen un aprendizaje.
Por ahí leía de alguien que, así y en el perdón, “todo
tiene sus límites”… Los del ego. Y una vez que justificas uno, crecen y se
multiplican como columnas infranqueables.
Solo el hombre rendido al espíritu pide perdón, o
perdona.
Para hacerlo el hombre deja su ego, comienza por
despojarse de esa capa de hierro que es el orgullo.
El guerrero de luz que viene forjándose en tanta gente hermosa
y brillante, entrega su espada, y la ofrece si con ella se redime la afrenta.
Aquí está la mía.
Del aprendizaje
del perdón
Al pedir perdón, se genera un acto consciente al que de
inmediato atiende la Gran Magia, el Universo, el Gran Espíritu, Dios, “el
Innombrable”…
La primera etapa del perdón: Aceptar el error.
Aceptado el error, sellado el ciclo del trauma con el
perdón, el hombre se hace más sabio, sus próximos actos serán más sabios… En
consciencia…
Nada es tan terrible. Ni la muerte misma, y en su nombre,
el hombre se ha devastado. Pueblos enteros se matan por cobrar y vengar. La Vida
florece cuando un guerrero acepta, pide perdón, o perdona. Ahí termina el ciclo
violento.
Pero dejemos tal panorama para quien le toque. Ahora
aprecia la dimensión del error personal. Y el valor de aceptarlo, de pedir
perdón, de perdonar.
Me ha tocado pedir perdón. La más brava batalla por mis
errores de juventud. Ah errores cercanos… como uno con mi hijo. En amor y
esperanza lo arrope de excusas… Hoy en dicha disfruto su alegría.
Hace poco tuve el privilegio de estar presente en un acto
de humildad de uno de mis maestros: postrarse y pedir perdón. La Magia sonríe.
Y enseña que somos capaces de transformar la situación más imposible. Hasta el
cielo nublado se abre… Magia sonríe… Sonríe Gran Magia…
Del amor siempre en fe. De tus herramientas súbdito, como
en aquella, de pedir perdón.
NC
Collingwood, Canadá
Junio 2012
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