La asombrosa desaparición de un escritor



Parte I

Lo único que encontraron fue un cuaderno abierto. Un cuaderno.
La cama tendida, el armario entreabierto; una chaqueta en el piso.
La primera en entrar fue su madre. Golpeó varias veces. Insistió luego.
-¿No vas a comer?
A la mañana siguiente, decidió entrar.
La lámpara encendida. Los libros revueltos. Un diccionario al lado del cuaderno. El cuaderno.
Lo llamó. Despertó la casa entera. Se estremeció la mañana.
A buscar una pista volvió ella al cuaderno.
Leyó las líneas.
Entre la letra ilegible, supo que escribía una historia en la que el escritor sucumbía a la historia. Absortos sus personajes en la narrativa y la pasión del contenido; reclamáronle participar.
-No en primera persona. Deberás entrar a la página. Sumérgete en ella. Anda, ¡sin miedo!
La punta del lápiz partida, y ahí en la hoja, en un punto intenso, el carbón.


Parte II

Ahhh… Llevó la madre manos al rostro.

-¡Habrá que llamar a un mago! Habrá que deshacer este hechizo… -Y en cambio de una mueca de asombro preocupado, le salió una sonrisa en la cara… Al armario saltó ella, del armario salió él… Los dos en una sonrisa, y un abrazo, dieron giros para deshacer el hechizo… 
-Y corre, ahora, rescatado escritor, ¡que para la escuela, tarde es!

NC
The Village, New York, 21 de mayo 2012

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