Merlina nació muerta, y vivió catorce años.
Peluda, babosa, chiquita, caniche y muerta.
Le tocó a Pekín darle el soplo de vida.
-La cogí en las manos y se veía quietica, estaba envuelta en la baba, con todo el líquido amniótico cubriéndola y ella no respiraba. Con los dientes le rompí la funda y le empecé a soplar el hocico. Me tragué todo el líquido amniótico, toda la baba… Le di el suspiro de vida porque ahí mismo reaccionó y patió.
Merlina vivió catorce años, casi todos al lado de su papá, Pekín Palacios, un asceta de la estética, peluquero de oficio, laburo y entretenimiento. Un hombre tranquilo y armónico de 55 años.
Con esa fluidez de la energía que llaman coincidencia, Pekín Palacios y Richard González (‘Pescaito’) coincidieron en nuestra celebración de Semana Santa.
Pekín de Cuenca, Ecuador, andariego de Latinoamérica, Europa y Africa. Richard del barrio la Española de Bogotá, crecido en el Club de los González, navegado por Europa y Africa. Cuarenta años.
El lugar de encuentro es el apartamento de Maickel Clemente –al que queremos convertir en ‘El Bar de La Cabala’, en la calle 64 de West New York, New Jersey, Estados Unidos.
Era sábado y había promesa de ajiaco. Terminamos comiendo pizza y ordenando medio galón de Absolut y Sprite a las cuatro de la mañana.
Pekín y Richard se dedican a la misma actividad: Se regalan todos. Dan. Se brindan. Dan sin esperar.
Fue tal la energía que esos dos seres irradiaron esa noche santa, que de pronto estábamos los ocho reunidos en torno a luz tenue, música del Buda Bar, incienso, ungüentos, masajes. Pura terapia emotiva.
Era todo un spa, decían Samy y Maickel: Mientras Pekín cortaba y tinturaba cabello, Richard daba masajes orientales.
Y cuando Richard puso sus manos en Sandra ocurrió esta cabala.
En una esquina, el monstruo de las ideas, las emociones y la costumbre, acompañadas de las fobias que empiezan con el vértigo que le creas a tu hijo lanzándole al aire. En la otra esquina, vistiendo calzón blanco, sonriendo relajada, la energía del dar, de entregarse.
A Richard y a Pekín se unió todo el combo de panas, liderados por otra maestra del dar, Samantha Rapolla, graduada de la Universidad Jorge Rapolla.
Ojo al cliché con que Sandra recibió incómoda las manos de Richard:
-A mí nadie me puede tocar…
-Relájate. Lo que pasa es que por ahí tienes algunos mounstricos que tienes que liberar. –Le dijo Richard a Sandra. Calmándola, tocándole la piel con manos sabias. –Lo que pasa es que vives muy acelerada.
Observando con cuidado lo que sucedía, Samantha dijo: “Todo el tiempo vivimos con ideas. Nuestro cuerpo es el reflejo de las ideas que tenemos. Cuando las soltamos, nos liberamos”.
Richard aprendió el arte de dar en Africa, en los puertos de Senegal y Dakar. El navegaba durante nueve meses por el mundo y conoció lugares como el puerto de Alejandría, padre de la historia que hoy vivimos.
Pero era en Africa adonde se aproximaba su barco y lo recibían cientos de niños y adultos negros. Todos con manos levantadas al barco denunciando esa pobreza en que tenemos al Africa, y que confusas morales creen resolver adoptando niños o llevando escuelitas de Oprah. Aunque algo es algo, se dirá, y hay que reconocer que es positivo, pero aún refleja la confusión en que anda la mayoría.
-Les tirábamos cajas de cigarrillos, botellas de trago, comida, ropa, todo lo que podíamos. Esa gente lo necesita todo. Ahí aprendí aquello de dar. Yo me desprendo de todo, lo doy todo. Cuando eso pasa uno no necesita nada güevón. Uno se da cuenta que no necesita nada, y todo lo tiene.
Contaba eso el viejo Richard y contaba de sus regresos, de la novia que tuvo que dejar para irse la primera vez a embarcar a Italia. De los papiros egipcios que les regalaba a los amigos. Luego dijo:
-El masaje es un regalo, es dar algo, aquí te voy a regalar toda mi energía.
Sandra se hallaba más ligera. Se dejó tocar los pies, se los regaló a Richard. Y el resto de la cofradía acompañó la melodía, Samantha haciendo solos de piano-piel. Maickel en aroma-músico terapia. Pacho: “¡Las luces!” y sirvió vodkas. Los demás respetando la armonía del silencio, de la observación y del aprendizaje.
Nuestro cuerpo es un reflejo de las emociones. Dice Alberto Aponte que “una persona que tiene el cuerpo agachado, es una persona agachada a la vida”.
Reflejamos los NO que nos dijeron de niños. NO hagas esto. NO te dejes tocar. Ahí empezó esta generación de morbo en que vivimos. Víctimas y victimarios.
La armonía rompió al ciclo esa noche. Sandra se despojó de calambres físicos y mentales. Aunque, como todos, estamos en el inicio.
Terminaría aquí esta Cabala, pero falta la historia de Merlina, una máxima divina del acto de dar.
Merlina es hija de la primera perra pana de Pekín Palacios, Muffi.
Muffi acompañó diariamente a Pekín a su salón de belleza, a las cenas de su familia de donde los botaban a los dos cuando botaban a Muffi.
Una noche, Muffi le jaló la manga del pantalón a Pekín y se lo llevó a mostrarle la nueva camada. Solo un perrito parecía no sobrevivir. Era Merlina.
Ahí sucedió el soplo de vida con que comenzó esta cabala. Después, Merlina acompañó por el mundo a Pekín Palacios. Fueron a Italia, Francia, Panamá, la llevó a conocer el Carnaval de Río de Janeiro.
Cada que Merlina estaba en celo, Pekín la dejaba celebrar nupcias. Luego regalaba los perritos por todo Cuenca, con una condición, que si era perrita le pusieran Merlina, y si era perrito, que le pusieran Pekín. Por eso Cuenca está llenó de Merlinas y Pekines.
Cuando en Cuenca preguntaban por Pekín Palacios, la gente decía que su nombre les sonaba por lo del estilista que tenía un programa en la televisión. Pero precisaban el dato contando que Pekín Palacios es ese viejito loco que siempre lleva a una perra asomada por el asiento delantero de su carro. “Porque así fueran amigos en el carro, Merlina viajaba adelante”.
Pekín le pintaba las uñas y le cortaba el pelo.
Ella siempre estaba a su lado, sentada en un moisés. Un par de veces le tocó salir al rescate porque al viejo lo atacó un cólico renal y Merlina tuvo que traerle el teléfono al piso. Y otra por quedarse dormido y darle papaya a una arañita.
Cuando Pekín venía a Estados Unidos, no permitieron el ingreso de Merlina porque estaba muy vieja.
-Empecé a empacar las maletas y Merlina me mordía la ropa y me desordenaba las maletas. Al final se me quedó una chompa que siempre me ponía y que Merlina no quiso soltar.
-Yo duré varios días enfermo, en crisis nerviosa. Merlina no soltó la chaqueta por varios meses, hasta que le dio un derrame cerebral y tuvimos que ponerla a dormir.
Ya contaremos la historia de ‘Cabellos al viento’, y volverá Richard.
3 comments:
richard, pescaito, masajes vino..pekin tijeras armonia..absoluto vodcka...nestor q esponja la q llevas siempre donde la guardas no se te escapa una ni dos,,hermosa cabala mejor aun ...pacho.LA
April 9, 2007 7:58 PM
Bueno Nesticor....decia tu abuelita. Mi amor estas fotos estan bellisimas. Yo que fuy la que mas disfrute :) me siento relajada y con toda la energia positiva que me dieron ese dia..mmmm. espero que cada ves me den mas y mas y mas chao sami y nestor besos...los adoro...
Soy de Guayaquil, Ecuador. Me llamo Ana Luisa de Guerrero. Conozco hace muchisimos años a Pekin Palacios. Siempre lo considere mi amigo. Por favor si le pueden hacer saber que le mando un abrazo inmenso y que desde que el se fue no he encontrado otra persona que me haga esos estilos tan maravillosos que el me hizo en mis cabellos. Estoy feliz de saber que esta bien. Si me pueden mandar por favor la direccion de el al e-mail arianagf@yahoo.com
Me gustaria saber si tiene un salon de belleza aqui en Estados Unidos, en este momento estoy en Charlotte, Carolina del Norte.
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