La Universidad y las Cortes del Amor de Leonor de Aquitania



¿Existe realmente el amor en el matrimonio?

La Corte del Amor, regida en su mayoría por mujeres y artistas, y liderada por la exuberante reina Leonor de Aquitania, dio su veredicto: “Umh, umh. Nada probable”.

Es la Edad Media, 1168 a 1173, ciudad de Poitiers, Francia.  Leonor de Aquitania ya había revolucionado a toda Europa y le había dado un puesto digno a la mujer, hasta entonces un objeto más para saciar la avidez del hombre.

¿Pero cuál es la historia de esta mujer a quien el historiador griego Nicetas comparó con Penthesilea, “La reina Amazona”?

Nacida en 1122, hereda a los 15 años la vasta riqueza de su padre, Guillermo de Potiers.  Entonces llamada la novia más codiciada de Europa por su belleza y riqueza, debe casarse con el futuro Rey de Francia, Luis VII.

El debilucho rey pronto se volvería loco por la dama que empezaba a mostrar una tenacidad diferente a las demás mujeres de la época: Independiente, bohemia, crítica del machismo y amante del arte y del amor. Una mujer libre había nacido para la historia de la humanidad.

Tal era su atrevimiento, que tras la devastadora primera cruzada, en que el mundo árabe es arrasado, torturado y masacrado por las tropas europeas bajo la consigna fanática del papá Urbano II: “Porque Dios lo quiere”, ella decide acompañar a su esposo, el rey franco, a la segunda cruzada.

Eran tiempos míticos. Y entre los árabes aparece la figura del gran guerrero y caballero Saladino, Al-Nasir Salah, que con su astucia militar detendría a los cruzados en su gesta por aplastar al Islám.

Pero volvamos a Leonor de Aquitania saliendo de Francia rumbo a ‘tierra santa’ con una corte de mujeres, artistas, trovadores y músicos.  Escandalizado su esposo y el papa, Leonor va en busca de la tumba de María Magdalena.

Cuenta la maestra Diana Uribe, que a la llegada de Leonor a Antioquía se encontró con una civilización árabe más avanzada que toda Europa.  Cristianos, musulmanes, griegos y místicos sufíes convivían en armonía.

Leonor se dedicó a aprender de los sufíes –una secta de origen Persa cuyo origen se remonta al antiguo Irán.

La filosofía de los sufíes se basa en el amor como la gran fuente del ser.  Que “el ser humano, antes que racional, es un ser afectivo”.  Afirmaban que el amor es el conocimiento inteligente o consciente, y que de su exploración el hombre puede armonizar sus relaciones con todos los otros seres del planeta, porque –dicen estos místicos- “todos los seres son susceptibles al amor”.

Con semejante aprendizaje, y habiendo sobrevivido a la debacle de la segunda cruzada, Leonor regresa a Francia y crea la Universidad del Amor y las Cortes del Amor, donde con poemas y laúdes se enseñaban las teorías orientales de los sufíes, de los derviches giróvagos que meditaban en una danza dando vueltas con brazos extendidos “simbolizando la ascendencia espiritual hacia la verdad” (Wikipedia).

Llegan a Poitiers de toda Europa hombres y mujeres a participar de aquella máxima ilustración, según lo cuenta Andreas Capellanus en ‘The Art of Courtly Love’.

Entonces el medioevo se transforma. Las mujeres ya no son simples apetitos machistas, son Damas que solo serán seducidas mediante grandes pruebas de amor.

Toda la casta de los caballeros acorazados en sus armaduras adoptan tales criterios del Amor.  Así que aquellos caballeros que se preparaban para las cruzadas o volvían de ellas derrotados por el gran Saladino y sus tropas árabes, se hincaban ante la Universidad y las Cortes del Amor.

Mucho se ha escrito y se ha visto sobre la historia de aquella Leonor de Aquitania. Su reputación fue manchada y para la cristiandad y el papado era nada más que una puta; las cortes del amor se procuraron vilipendiar hasta relegarlas a declararlas una falsa leyenda; para Francia, Leonor fue la culpable de la derrota de la cruzada de Luis VII y una traidora de su patria.

Traidora de Francia porque cuando pudo se liberó del delirante rey franco, para casarse con quien sería Enrique II, rey de Inglaterra, con quien darían a luz a Juan Sin Tierra, a Godofredo y a otro mito de aquella era, Ricardo Corazón de León.

Por su coraje y libertad hasta Enrique II la encarceló por casi 10 años.  Por su vitalidad llegó hasta los 82 años, algo sorprendente para aquella época. Lúcida y hermosa, con su cabello blanco, ya mayor guió a sus hijos y a su reino por el camino de los caballeros de la mesa redonda y los tiempos de Robin Hood. 

NC
Pance, 29 de mayo de 2014



Referencias no mencionadas en el texto: Películas The Lion in Winter de 1968 con Katharine Hepburn;  y ‘remake’ de 2003 con Glenn Close. Libro Leonor de Aquitania de Pamela Kaufman.

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