A Bogotá


Faltó una cámara para retratar las luces…

Las luces eléctricas y las luces de las sonrisas que sucedían como un río atravesando la carrera Séptima desde la Plaza de Bolívar hasta más allá del Jorge Eliécer Gaitán, donde de una papayera remarcaban bombo y clarinetes.

Bogotá Humana se llama esta Bogotá. Me la caminé primero con la vieja y mi hermana. Y, más tarde, con la bohemia de noche de viernes, con uno de mis maestros en nobleza y letras, Oscar Bustos.

Oscar y esta Bogotá son la cuna de las palabras mágicas. Aquí, con ellos, y otros cercanos, aprendí un poco a contar historias.

Qué placer el centro de Bogotá, qué gusto bella Candelaria -y que la consciencia de tus hijos te libre de que te compren en dólares y a pedazos.

Todavía a las once oscuras, el centro de Bogotá está vivo. El río de gente sonriente. La música, las luces.

Por La 19, arriba en La Cuarta, sos sentamos en un bar de esos que solo Bogotá, música de clave bien tocada, volumen apenas para respetar la charla, ambiente sobrio, libros, revistas... Charla de esas que añoraba, con este Oscar maestro, que pareciera dibujar en su acento las comas para explicar y pausar, remarcar y entonar, que qué bueno estar vivos, y contarme de esos caminos y de esas historias, y libros que hay que leer, y de zonas que hay que sumar, de gente que hay que querer.

Entre esa gente, aquellos que aquí, como en las mingas de mis hermanos indígenas, se han ofrecido a limpiar la ciudad con sus manos y recursos en vez de trabar, odiar y criticar. Adónde hay que servir. Qué hay que hacer. Palabras de hombres.

Y con Oscar y esta Bogotá, observar cuan relativo es el tiempo y la distancia, y cuán Mágica es la Magia cuando a ella entregamos nuestra vida.

Cerramos con chocolate, almojábana y queso en La Puerta Falsa. Transmilenio. Casa.

Mis respetos ciudad cuna mía… Es un un honor entenderte, pasearte y saberte.

NC
Bogotá, 30 de diciembre de 2012


 P.S. Y en esto escribiendo, recibo una llamada de un hermano en esta hora, “voy en camino. Vamos a andar esa sabana”. Y a encontrarnos como hermanos buscando la punta de la madeja del hombre, esa cuesta que es ser padre. Salud Pacho, hermano, te veo ya…

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