Quedan tres.
Cuentan que pese a la inmensidad que provocan sus cuatro metros en alas abiertas, a los cóndores los cazaron en las alturas del volcán Puracé, Cauca, Colombia.
Mataban las crías del ganado por comerse la placenta, así que ni cóndores los llamaban. Los llamaban buitres.
Hasta que un día no se veían más estos gigantes alados.
Hoy preservan a un macho y dos hembras. Un guía te conduce por las alturas de la inmensa Puracé hasta que los avistas.
La historia de la fidelidad de la pareja cóndor se cuenta como ícono.
Que al morir la pareja, el sobreviviente se lanza al vacío inmenso, que fue su hogar, su espacio, su tiempo.
Se lanza con las alas cerradas a morir de pena de amor.
Hoy quedan tres.
NC
Popayán, Colombia, abril de 2012
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