La montaña y la paciencia

Toma un minuto atravesar el mundo.

Si el camino es más largo lo maldecimos, lo insultamos, o a sus circunstancias. Si se empina la cuesta la dejamos. 

¿Hasta dónde estaís dispuesto a llegar?

Andaís hablando de volar, de aventurar o de sembrar. 

¿Hasta dónde estaís dispuesto a llegar?

La vida y las relaciones son como una montaña. Hay cuestas impresionantes que se convierten en la aventura del guerrero. Ese que al paso entiende que callarse le ahorra energía, y en el silencio ve.


Un macizo montañoso impresionante atraviesa el Gran Sur: La cordillera de Los Andes. Va de Argentina a Venezuela. Por eso será tanta magia allá abajo. 

Entrando a lo que llamamos Colombia, Los Andes se divide en tres ramas. Nos tocó recientemente pasarle a la que llamamos cordillera Central, por el Alto de La Línea, en viaje de Bogotá a Popayán. El ascenso a cada montaña, y esta señora que atraviesa el Sur entero, es una oportunidad de aprender. A Los Andes lo cruzamos en carro. Y en el Cauca le subimos a una porción del volcán del Puracé a pie.

Respira hondo en el camino, guerrero. Toma el tiempo necesario para aprender “respeto”. 
La calidad de la enseñanza depende de la habilidad para aprender.

Podreís palpar el tiempo, y convertir cinco horas en un minuto. Se llama paciencia, y es parte de la magia.

NC
Popayán, abril 2012
Aquí terminan los textos y la historia de este viaje al Cauca, de este viaje a los míos.

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