"Retornar al punto cero"
De la plaza entera salía un Beat!
Como una pulsación.
North West Calle Diez. Por la escuela.
Cruzo la A y el sol radiante. El viento como zumbando hechizos a lo que pasaba una Bella.
Y el beat! Ahí.
-Los percusionistas. –Ya Silvio me había contado que cada verano, los percusionistas aparecían en el
Thompkins Square Park. Me lo contó el mismo 10 de diciembre, cuando llegué a La 10. Porque en la mudanza, me ayudó con las congas.
Es bueno estar aquí. Siento como que he llegado a la cumbre de la montaña que empecé a escalar, sin saber, el 14 de marzo del 2000. Hoy hace un tiempo…
Ni me acordaba de la fecha. Donde justo hoy, escribo.
Me lo recordó el bello Juan Esteban Villegas. Mi hermano bello. Es un escritor sensible. Se está haciendo y creciendo. Está impulsivo y apasionado por una energía muy intensa que lo mueve. Un placer contarte en el corazón hermano. Juan Esteban llegó a La USA el 12 de marzo del 2000, dos días antes que yo.
A esta cima he llegado.
Sin arrogancias. Es la enseñanza magistral de uno de mis más importantes maestros en esta montaña, Alberto Aponte, Shivanam. El me guió al cerro Machupichu. Me guió a la selva. Por una cantidad de caminos que disfruto honrado.
Me siento como cuando llegué a la cima del cerro Machupichu.
Desde este lugar en La 10 veo que he llegado a una parte del camino. Como llegar a la mitad de la vida.
Se observa el horizonte pleno. Hay un mundo de enseñanzas que se han adquirido y que se están poniendo en práctica. Sí, llegado aquí hay distracciones. Es Nueva York, es la Big Apple. Si aquí se preserva la esencia, se está listo para el punto cero.
“Retornando al punto cero”, otra vez, Alberto Aponte. Lo cito: “El sonido de la flauta… El ruido de las máquinas del diario vivir…”
“El mar en calma y tormentoso”. “Regresar al punto cero es volver a casa después de haber conocido el mundo. Los picos y los valles. El dolor y la felicidad. La belleza y la fealdad. El amor y la crueldad. Los vicios y las virtudes, Los venenos y las medicinas”.
Es hora de “liberarse de la rueda”. Ahora veo que la muerte es solo una palabra que creamos. Es otra idea. En cambio veo la experiencia de esta parte del camino: La vida es la escuela donde aprendemos a llegar a casa.
Hoy decido regresar a casa.
Al Punto Cero.
Bello Nueva York.
Mi hijo vive aquí. Y en mi corazón. Aquí. Esta semana aprendí con él que todo se trata de escuchar. Porque aprender, se trata de poner en práctica las enseñanzas. Según he aprendido.
Es bueno estar aquí. Es un regalo divino. Siempre recordaré aquel Invierno que fue Primavera. Es un honor estar en Manhattan, es un honor el East Village, y percibir todo lo que pasa a tu lado. Y disfrutarlo.
Cuando escuché el Beat en el parque Thompkins, decidí ir a buscarlo. Primero encontré los arboles rosas, Red Buds, me dijo una Patricia Sullivan, pintora, que así se llamaban. Me salté una varda de “no pase” y les saqué unas fotos. Los saludé.
“Los Red Buds piensan que es primavera”, dijo Patricia.
-Te llamas como mi hermana.
Se rió. Que yo era griego, me dijo… Le saqué una foto a su pintura con los Red Buds on the background…
Intercambiamos datos y seguí a los percusionistas.
Tuve que ir a casa. Llevé bongó y maracas.
Me pegué a una rumba. Hice unos soneos. Los viejos me miraban.
-Por aquí no’ vemo’. –Dijeron. Luego partí a casa.
En una esquina paré, y cedí a una distracción, una cerveza fría en un bar de esquina desde donde se ve el East Village pasar.
A este día, a esta cima. A esta parte del camino.
Al retorno.
NC,
New York, 14 de marzo 2012
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