A propósito de los siempre días en honor a la mujer


Un tributo urgente 
“No lo que entra en la boca contamina al hombre; mas lo que sale de la boca, esto contamina al hombre”, dice Mateo que decía Jesus (15.11)
Un gran tributo a la mujer es ser mejores hombres.
A la mujer, a la vida, a la Gran Magia.
¿Por dónde comenzamos?
Qué tal por la boca.
Que todo lo que salga de tu boca sea impecable.
Es hora de ser rigurosos con la palabra. Con cada una de ellas.
Con estas mismas que lees.
El bebé recién nacido usa su llanto para expresarse. 
Padres sensibles le conocerán y procurarán interpretarlo a tiempo, y poco a poco, se supone, dejaremos de llorar.
Por el camino del error descubrimos que seguimos llamando la atención llorando o quejándonos. Y pasamos la vida haciendo pataletas para llamar la atención.
Comencemos por dejar de quejarnos.
Toda oración en la que llevemos una queja, hay que observarla, redefinirla y en lo posible prescindir de ella.
Porque a la mente llegarán en larga fila las quejas y los juicios. Es del hombre aprender a domesticar los impulsos de su mente. Empezando por la palabra. 
Cero quejas, cero juicios. 
Si algo o alguien te molesta, observalo. En tu camino habrá adversidades para que aprendas a ser mejor caminante. No te quedes lloriqueando y quejándote. Ahí te quedarás, perdiéndote el camino.
A mi me costó. Era un profesional de la queja. 
Es moda quejarse, es profesión bien remunerada, hay quejosos en todos los campos. Críticos, analistas políticos. De lo recalcitrante en la queja me descubrí no solo en el detalle diario, doméstico, sino que hasta hablaba mal de un género de música que no me gustaba o para resaltar mi gusto; o de la moda tal, o del presidente mengano.
Nada de eso. Hoy retiro mis quejas todas. Ni de un asesino me quejo o le enjuicio, y en esta frase suplico luz a la Magia. Aprendido tengo que las palabras que enuncias vendrán a tu camino explícitas, literales. Proteje mi camino del asesino, buen viento...
Otra vez citó al profeta Jesús: “No jusgueís para que no seaís juzgados (...) Con la medida con que medís, os será medido” (Mateo 7.2)
No tenemos ningún derecho a hacer juicios. En cambio, el hombre hace. Hace cosas. Si algo está torcido lo enmienda. Si debe alejarse de una tierra, se marcha. O vuelve transformado y transforma.
Si obervo un texto atrás de este a lo mejor encontraré quejas y juicios. Cada acto es una oportunidad de ser mejor ser. Y aquí vamos.

NC
NY, 10 de marzo 2012

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