Es el momento en que los conductores terminan o comienzan su horario; y es la hora en que trabajadores de todas las esferas terminan sus turnos.
Se ven muchas manos levantadas tratando de tomar un taxi y los taxistas no paramos o tenemos la osadía de preguntarle a la gente: “¿Para dónde va?”
Es que hay que ir a entregar el carro, qué hacemos.
En fin, en medio de uno de esos caos de las 4 y 30 de la tarde conocí a Bill Murray.
Ya desde su película “El día de la marmota” (Groundhog Day) me había conectado con su transparencia. De niño le vi en “Caza Fantasmas” (Ghostbusters), y más reciente en Lost in Traslation.
Bill es un hombre bello, noble y feliz.
“La vida cada vez se hace más fácil. Cuando te das cuenta, la vida se hace fácil. Te das cuenta que la clave es ‘no desgastar energía’. Eso sí, hay que estar siempre atento, observando... Coasting but watching... Hay que hacerse un gran observador... ”, me dijo ese día.
“Coasting” es la palabra que aquí refiero en comillas como ‘no desgastar energía’ o vivir sin afán. “Coasting” significa actuar sin mayor esfuerzo, vivir sin apuros, sin desgastar energía. “But watching”, observando... “Hay que hacerse un gran observador”, me insistió Bill.
Entonces eran eso de las 4 y 30, y yo había recogido a una joven y guapa asiática en la calle 42 y Lexington. No iba muy lejos pero estaba de prisa, justamente.
Cuando nos acercamos a la entrada principal de Gran Central Station, ahí estaba Bill, tratando de atraversarse a los taxis a ver si le paraban. Se le veía jugando entre el tráfico.
Yo abrí la ventana del pasajero y lo llamé: “Come here. Come here! I’ll take you!”...
“Are you free?” -Me preguntó desde la distancia.
Me voltié a mi pasajera que iba distraida viendo por la ventana opuesta y con sus audífonos que la sustraían. La llamé a tierra y ella reaccionó como “What?”
Le expliqué qué pasaba y ella se asomó a la ventana a ver qué actor era ese del que yo le hablaba. En ese momento Bill ya había abierto la puerta del taxi y su asistente metía una maleta de viaje en el asiento al lado mio.
Le dio un beso y la asiática muy emocionada lo saludó.
“¿Adónde vas?” Le preguntó Bill. Ella le explicó que iba a la Sexta Avenida y calle 45 a cumplir una entrevista de trabajo.
Bill le dijo que la llevaríamos y que no se preocupara por la entrevista. Que actuara lo más tranquila y “simplemente sé tú”, “be hundred percent real”. Y que todo lo que estaba ocurriendo era parte de ese juego: Be.
Les saqué fotos con el celular de la asiática en un cambio de luz. Hasta que ella se despidió y Bill le dijo que se fuera tranquila, “I’ll take care of it”, le dijo cuando ella me preguntó cuánto debía.
En ese momento decidí revivir El Solar de los Aburridos. Ya la idea la había estado calculando y de hecho hacía una o dos semanas había subido el primer ‘Solar’ a Facebook.
Le expliqué a Bill que tenía un programa de radio que hacía en Facebook. Y que quería su testimonio de este momento que estaba ocurriendo. Le pasé mi iPhone (“bendita maquinita”, siempre nos reimos con El Mono sobre todo lo que se puede hacer con este aparatico). Y Bill empezó a grabar su filosifía de vida, comenzando por agradecer este invierno de 50 grados de temperatura.
Así le hice algunas otras preguntas. Llegamos a la Calle 57 y Séptima avenida y bajamos todos del taxi. Hablamos en la calle acerca de la vida. Ya sin la grabadora. Bill estaba muy contento. Le estreché su mano y le agradecí su nobleza.
A todas esas, la asistente de Bill tiraba fotos con mi iPhone. Una de ellas se ve en esta Cabala. Y dónde queda el registro de otro momento hermoso que regala la Gran Magia, la Maestra Vida. Y la mejor propina que he recibido en este bello ejercicio de ser taxista en Nueva York.
El Solar de los Aburridos
Era ya junio del 2000. Los primeros seis meses en Nueva York había pasado de ser DJ en una salsoteca de Queens, hacer limpiezas, demoliciones... sin camisa, sudando, entre una gran polvareda, y levantando pisos con palancas de hierro.
Un día iba en una camioneta con un argentino amigo, Ricardo. Su madre era la dueña del sótano donde vivía. Y él escuchaba “Radio Unica 1660 am New York”. Todavía estaba muy joven (bastante dormido) pero pude darme cuenta de ese llamado de la vida... Cuando estás atento, La Gran Magia se comunica contigo para mostrarte el camino.
Puse a Radio Unica en el listado de emisoras que iría a visitar, dejando mi hoja de vida, y pidiendo trabajo.
Fui a todas las emisoras hispanas, pero fue solo allí en Radio Unica donde vi una luz. Rob Sánchez me abrió la puerta. Rob era el director de Radio Unica. Un gran profesional del oficio de la radio, después fue nada menos que director de ABC Radio.
Rob también es un hombre noble y transparente. Me dijo que llamara por teléfono al día siguiente a Florentino Mesa, que era el editor de noticias de la estación, y que a lo mejor estaba necesitando ayuda.
Desde entonces me honro en contar a Florentino como un hermano mayor. Un gran señor y con el que disfruté y aprendí haciendo radio en Nueva York.
Sin embargo la estación de radio tenía sus altos y bajos y yo era un indocumentado, o sea que no tenía papeles para trabajar. Así que se buscaban maneras de mantenerme trabajando como contratista y otras “figuras” que lograban en esos tiempos esquivar a las autoridades.
Así hicimos el noticiero de las mañanas, escribíamos las noticias de los informativos de la hora, las leía... hasta que me convertí en operador de audio de la estación, un trabajo más estable, mejor pago y que me permitía hacer otras cosas en la estación.
Me pusieron en el horario de la noche.
Entre lo que hacía, tuve que manejar el control de audio a un brujo que se hacía llamar “Profesor Allen” y que tenía su programa para leerle la carta astral a la gente. Con la fecha y hora de nacimiento te decía la película de la vida, y de paso te ponía citas en su consultorio para hacer el análisis más personalizado de tu caso...
Recuerdo Radio Unica con mucha gratitud. Esa radio alcanzó hasta para darle trabajo a mi compañera de viaje en ese entonces, Laura. Así que cuando ella aprendió a hacer el audio, a mi me quedaba tiempo de estar abajo en la computadora y escribir El Solar de los Aburridos.
Primero fue de 12 a 1 de la mañana. Por cambios de horarios de la programación de la emisora me tocaba moverlo. Después fue a la una, y volvió a las doce, en fin. Así estuve por un año hasta que llegaron unas cartas de una aficionada al programa que me decía que me amaba. Y así llegó a oidos de las directivas de Radio Unica que había un programa en la madrugada del que nadie sabía.
Me dejaron seguir por un tiempo después de que me indagaron y hasta me pidieron una muestra grabada del programa. Pero no pasó mucho tiempo cuando ya se me prohibió seguirlo haciendo.
Pero quedaron sus “Sound Bites” y su energía. Le escirbí la presentación y el cierre a Florentino y él desde el comienzo encantado me ayudó.
También me ayudó a grabar “los comerciales” Fatima Nollen, una periodista argentina, una mujer maravillosa con los pies bien en la tierra; una amiga en mi corazón.
Y ahora vamos por el cuarto programa en Facebook. Sucediendo fácil, “coasting but watching...”
Gracias Madre Magia... Gracias Señora Vida... Dioses y padres...
Y el camino sigue, con claras señales, y bellos ángeles... Como Bill Murray... Y tú, que llegaste hasta aquí... Gracias!
NC
NY, febrero 2012
NC
NY, febrero 2012
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