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| Scooby, foto tomada por Salvador Cristancho |
A dos calles y ya lo olfatearon.
Scooby se sienta y observa en silencio a los dos salchichas que vienen ladrando y haciendo fieros. Parecen salchichas, son largos y cortos.
La dueña ayuda a hacer ruido porque no para de hablarles. Que sean buenos chicos, que mamá los protege, que lindo este otro perrito. ¡Oh!, que es un lindo Golden Retriever. Pero qué grande el amiguito… En fin. La vieja.
Scooby y yo cruzamos miradas. Los perros se acercan y la bulla es insoportable. Los perritos se quieren devorar a Scooby.
Scooby permanece quieto en silencio y de vez en cuando me echa una mirada…
Los perritos lo rodean. Le ladran. La dueña dice y dice cosas. Los perritos parecen más agresivos. Nosotros quietos, en silencio. Scooby no tiene correa.
Los perritos.
La señora.
De pronto uno de los salchicha parece tan envalentonado que se atreve a lanzarle un boquete a la cola de Scooby.
Scooby reacciona instantáneamente, esquiva el embiste y atrapa al salchicha en los dientes con cara de león resuelto. El salchicha queda petrificado, en silencio, y colgando. El otro ha logrado liberarse de la dueña y va a una calle de distancia en pique resuelto.
A la dueña se le atraganta un “Oh My Doggggg”, con los ojos en blanco.
Scooby libera con suavidad al salchicha que una vez en el piso parece que como con un motor alcanza en un micromilésimo de segundo a su compañero en fuga.
La mujer trata de correr aterrorizada, pidiendo auxilio y descalificando esta gente violenta...
Scooby me mira en silencio.
Suelto una carcajada que todavía me dura.
Scooby mueve la cola.
NC
Little Falls, NJ / septiembre 2011
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