La Compasión
Érase una vez un príncipe al que siempre le hacia falta algo para convertirse en rey.
Como su padre había sido un temido gobernante, el príncipe procuró emular su inflexibilidad militar.
Un día el Universo le dio la oportunidad al príncipe de convertirse en rey. Así que envió a “La Compasión” a visitarlo.
Existía en el reino una regla inexorable que prohibía la presencia de perros.
Así que la Gran Magia envió a La Compasión disfrazada de perro para que se presentara ante el príncipe.
El joven noble se negó a recibir al perro, ordenó que se le atase hasta que fuera expulsado del reino.
El príncipe se hizo viejo, su cuerpo se fue deformando y su tristeza por no poder ser rey lo amargó al punto de que le hizo rogar al Universo por compasión.
El Universo accedió. Y le dijo: “Está alerta. La compasión puede aparecer en cualquier momento a tu puerta. Incluso disfrazada de perro. Al negar compasión te condenas a clamar por compasión”.
NC Bronx, Enero 2010
En la foto: Scooby, el perro de mi hijo; y Rodney, un buen amigo que pasó por aquí.
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