Tomó un número de serie y aguardó sereno su turno final.
La sala callaba pese a la multitud en las sillas de espera.
-¡Próximo! –Llamaron.
Cada tanto y tanto, el próximo. A veces un antes, a veces un después.
-¡Próximo! –Llamaron.
El hombre salió de la siesta. Sonrió. Se levantó despacio, apoyándose en su bastón, así avanzó hasta cruzar la puerta.
NC
Bronx, Diciembre 2009
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